• La paradoja de Fermi

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    Una colección de 20 imágenes que hicieron historia en diversos campos de la ciencia.

  • ¿Qué te hace a tí?

    Cuando dices la palabra "yo", probablemente entiendes bastante claro lo que eso significa. Pero cuando te detienes y realmente piensas en ello por un minuto, y reduces a su núcleo al "YO" , las cosas comienzan a ponerse bastante extrañas.

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  • Hechos que inspiraron la Tierra Media

    John Ronald termina de revisar el texto, tacha con su pluma los errores y lo puntúa con la precisión milimétrica que le caracteriza. Lo deja a un lado, es el vigesimoquinto examen que corrige y su mente empieza a cansarse. Algo le hace volver a los exámenes y, sobre el primero del montón, plasma con su pluma una pequeña idea: “En un agujero en el suelo, vivía un hobbit”.

Incorporar una lista de reproducción en Blogger





A raíz de mi anterior posteo, el día de mañana tendré un quebradero de cabeza menos;


  1. Accede a tu cuenta de YouTube desde una computadora.
  2. En el lado izquierdo de la página, selecciona la lista de reproducción que quieres incorporar.
  3. Copia el ID de la lista de reproducción desde la URL.
  4. Sigue estos pasos para modificar el código de incorporación de un video específico:
  5. Donde debería ir el ID de video (luego de “embed/”), escribe “videoseries?list=”.
  6. Luego, pega el ID de la lista de reproducción tras el signo “=”.
  7. Pega el código en el contenido HTML de tu blog o sitio web.

Ejemplo:


<iframe width="560" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/videoseries?list=PLx0sYbCqOb8TBPRdmBHs5Iftvv9TPboYG" frameborder="0" allow="autoplay; encrypted-media" allowfullscreen></iframe>

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Ost- Shadow of the Colossus





 Wiki: Shadow of the Colossus: Roar of the Earth (ワンダと巨像 大地の咆哮 Wanda to Kyozō Daichi No Hokō?) (Rugido de la Tierra) es la banda sonora del videojuego Shadow of the Colossus. Fue lanzada en Japón el 7 de diciembre de 2005. Actualmente no hay planes de lanzar el álbum en otros países. La música del juego fue compuesta por Kô Ôtani («Kow Otani» en los créditos del juego), cuyos trabajos previos incluyen la banda sonora del simulador de vuelo para PlayStation 2 Sky Odyssey y el juego de disparos en primera persona Philosoma. También trabajó en varias de las películas de Gamera durante los noventa, así como en diferentes animes. Roar of the Earth ganó el premio de «Banda Sonora del Año» en la revista estadounidense Electronic Gaming Monthly.1​


Sus varios temas presentan una mezcla de cuerdas, percusión e instrumentos de cuerno. Kō Ōtani mismo fue el pianista, el programador de sintetizadores y quien tocaba el buzuki irlandés Los músicos de cuerno fueron el grupo Otohiko Fujita y los de cuerdas el grupo Masatsugu Shinozaki.





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Imágenes incómodas

 















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La guerra de los mundos


La guerra de los mundos es una novela de ciencia ficción escrita por Herbert George Wells y publicada por primera vez en 1898, que describe una invasión marciana a la Tierra. Es la primera descripción conocida de una invasión alienígena de la Tierra, y ha tenido una indudable influencia sobre las posteriores y abundantes revisiones de esta misma idea. De la novela de Wells se han hecho adaptaciones a diferentes medios: películas, programas de radio, videojuegos, cómics y series de televisión.

La novela fue adaptada por Orson Welles, en octubre de 1938 para crear un serial radiofónico que en su momento creó gran alarma social. Welles cambió algunos aspectos del argumento, incluso el lugar del primer aterrizaje marciano: Grover's Mill, Nueva Jersey. Se emitió con el formato de noticiario de carácter urgente (aunque hubo un aviso al principio sobre su carácter ficticio, pero muchos oyentes se incorporaron con la narración ya iniciada, por lo que se perdieron el aviso y creyeron que era real). Esto provocó escenas de pánico entre ciudadanos de Nueva Jersey y Nueva York, que creyeron que se estaba produciendo una verdadera invasión alienígena de la Tierra. La ingenuidad de un público que aún no conocía la televisión contribuyó al éxito de la propuesta de Welles, que, sin embargo, debió ofrecer disculpas públicamente a los radioyentes.



Radioteatro completo.


Visto en: Historia de la Radio


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Breaking Dragons






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¿Se pueden ver los átomos?

 Hay preguntas muy fáciles de hacer y no tan fáciles de contestar… pero vamos a intentarlo.


Repuesta simple: ¿Ves este plátano? ¿Sí? Pues está hecho de átomos. Conclusión: ves los átomos.

¿Seguro? No sé vosotros, pero mis ojos no ven “plátanos”. Mi retina es sensible a la luz, no a la fruta.


Eso significa que, cuando hablo de que veo algo, en realidad, lo que estoy haciendo es detectar luz que proviene de aquello que digo ver. Bien porque ese objeto la emita o bien porque la refleje o disperse.

En el caso del plátano, una parte de la luz incidente se absorbe y otra parte se refleja, pero no de forma igual para todos los colores. Las frecuencias próximas al “amarillo” resultan reflejadas en mayor cuantía. De esta forma, la luz reflejada llega a mi retina y así percibo la forma, “su” color, si la piel es suave o rugosa y otras características que son capaces de alterar de alguna manera la radiación incidente, para que la reflejada “transporte” información sobre ellas.


Bien, ¿es eso, entonces, VER?

Este… no.

VER es un proceso que quizá comience en el ojo, pero que sin duda termina en el cerebro.


Contestadme a esta pregunta: ¿Qué es esto?




Si habéis dicho “Un cubo”, estáis hablando de algo más allá de lo que ven los ojos. Un cubo es una figura tridimensional, pero esto que ves es un dibujo PLANO. Son unas líneas sobre un plano que te “hacen pensar” en un objeto tridimensional, es lo que llamamos perspectiva. De hecho, si os concentráis podéis conseguir ver el “cubo” de dos formas distintas, según escojáis en vuestra mente si son los vértices inferiores los que están “delante” o son los superiores.


Por lo tanto, el acto de VER se completa cuando la mente modeliza el patrón de puntos e interpreta un modelo de lo que está percibiendo.


A veces “viendo” cosas que no existen, por ejemplo “completando” la imagen percibida, como en este caso, donde el triángulo blanco, que todos “vemos”, no existe.



Mirad esta otra:



En este caso, nuestra mente interpreta que las “vías” son paralelas, y están alejándose, por lo que esa barra amarilla que hay “a lo lejos” debe de ser más grande que la que está “delante”. Pero todo eso son interpretaciones de nuestro cerebro para adecuar la percepción en el modelo del mundo que nos hemos ido construyendo… y esto supera con creces la información que está contenida en la imagen, de hecho, nos puede llevar a conclusiones erróneas sobre ella, como en este caso.


Bien, pero volvamos a la pregunta inicial.

Asumiendo todas estas limitaciones sobre el acto de VER, ¿podemos ver los átomos, Javi?

No, son muy pequeños, tus ojos no llegan a tanto. Si pensamos en la parte óptica de tu ojo: el cristalino, la pupila, los humores, la resolución de la retina… No, no llegas a resolver algo tan pequeño.

Muy bien -protestas, pero, ¿qué me dices de esto?



Son espermatozoides, muy pequeños como para verlos al ojo desnudo, pero visibles a través de métodos ópticos, interponiendo lentes de suficiente potencia como para ampliarlos hasta que pueda percibirlos usando los ojos.


Por lo tanto, usando “lupas gordas” podemos “ver con los ojos” cosas muy pequeñas. ¿Podríamos, entonces, poner una enorme lente y ver los átomos?

No. Son demasiado pequeños. Pero, tenme paciencia, de verdad que quiero contestar a tu duda inicial. Mira la siguiente imagen y contéstame a una pregunta.




Esto es lo que llamamos una imagen térmica. Nuestros ojos no pueden ver la radiación infrarroja, pero esta cámara sí es capaz de detectarla y “crear” una imagen en una pantalla.

Podéis hacer un experimento sobre esto con la cámara de vuestro teléfono móvil y un mando a distancia. Mirad la “bombillita” del mando a distancia. Cuando pulsáis un botón no se ve nada… porque la emisión es infrarroja. Ahora, miradla a través de la cámara de vuestro móvil y pulsad algún botón del mando. A través del móvil veréis que emite un parpadeo, un código con la orden que está mandando el mando. Según tu teléfono lo veréis de un color ligeramente diferente, por ejemplo violeta o blanco (funciona en casi todos los modelos de teléfono). Pero si miráis directamente al mando veréis… que no veis nada. Aquí puedes ver un vídeo con esta demostración de mi libro Experimentos para entender el mundo. La ciencia para todos.


Tengo una pregunta para ti. Ese color violeta que veo a través de la cámara, ¿es violeta? Quiero decir: ¿Es el color violeta de la luz visible que veo normalmente? No, ¿verdad? Si esa “bombillita” emitiese luz violeta, de la de “verdad”, la podría ver sin necesidad de la cámara. Ese color se lo “inventa” la cámara del móvil, ha convertido esa radiación infrarroja en luz visible con el color que le ha parecido. A eso lo llamamos falso color.

Volvamos a la foto del gato. Ese gato no tiene partes naranja, blancas o moradas. Eso son códigos de colores que elige el sistema de imagen térmica para representar distintas temperaturas. De hecho, tenéis la correspondencia entre color y temperatura a la derecha de la imagen. Como os podréis imaginar, esas escalas pueden modificarse, según lo que queramos medir.


Y ahora te pregunto yo, a la vista de esta imagen, ¿dirías que estamos VIENDO la temperatura?

Hay quien contestaría que no, que solo podemos hablar de VER si estamos usando sistemas ópticos y el ojo. Para ellos, aquí termina su viaje. No podemos ver los átomos.

Pero si eres más flexible en tu definición y te permites llamar VER a esto que hemos hecho con la temperatura, digamos a cambiar tu retina por un sistema de sensores y tu mente por un procesador que lo convierta en una imagen, te diré que sí, que podemos ver los átomos.


Para ello vamos a necesitar un sistema que sea capaz de medir a escala suficientemente pequeña, para luego componer, crear, inventarse una imagen a partir de esos datos, una representación. Lo mismo que hicimos con el gato y el mapa de falso color de temperaturas. Es importante que recuerdes que esa imagen coloreada del gato no existe, no es “real”, está construida a partir de datos.


Pero además con el átomo tenemos otro problema… un átomo no es “sólido”. Se parece más a una pequeña partícula (el núcleo) rodeada de un enjambre de electrones que, debido a su movimiento dan la impresión de formar una pequeña “bola”, pero no es algo macizo.


Así que de nuevo tenemos un problema. ¿Qué es lo que vamos a intentar “ver” del átomo? Pues vamos a intentar “percibir” ese enjambre de electrones, que, aunque sólo sea uno, se mueve por una región tan amplia y a tanta velocidad que da la impresión de una distribución de carga negativa esférica alrededor de ese núcleo, de una “nube”.


Un aparato capaz de esto es el microscopio de efecto túnel. Y este es un esquema de su funcionamiento:





Las “bolitas” celestes representan los átomos finales de la punta que escanea el material y las doradas, los de la muestra del material que queremos medir.

Se dispone un voltaje suficientemente pequeño para que, según la física clásica, no se establezca una corriente entre la punta y el material… pero por una curiosa propiedad cuántica, sí se producirá una corriente. Y esa corriente tiene una relación muy estrecha con la anchura de la separación entre punta y material. De esta forma, midiendo la corriente, podemos estimar esa distancia.


Como habrás notado, esto se diferencia mucho de lo que solemos llamar “ver”.


Si vamos moviendo la punta por toda la superficie del material y vamos calculando las distancias… podríamos DIBUJAR un “mapa” de ese material, ponerlo en una pantalla y… verlo.


Efectivamente, aquí tenéis:



Y, efectivamente, esto es oro… y esas bolitas, los átomos de oro.

Bueno, en realidad, son las “cortezas”, las nubes electrónicas de esos átomos, interaccionando con la punta del microscopio de efecto túnel.

Bueno, en realidad, son las medidas de distancias, calculadas a partir de las medidas de corriente eléctrica que hemos obtenido al ir paseando la punta del microscopio por la muestra de oro.

Bueno, en realidad, es la representación gráfica de esas distancias, (que han PINTADO de amarillo para que te parezca más oro, qué tramposos), en una foto, hecha pixel a pixel.


Así que, por fin, hemos llegado al final del camino y voy a contestar a la pregunta con que empezamos…


  • Los átomos son tan pequeños que no podemos verlos con nuestros ojos desnudos.
  • Los átomos son tan pequeños que no podemos verlos con sistemas ópticos.
  • Los átomos ni siquiera tienen un “cuerpo macizo” que pudiéramos ver, así que nos conformamos con poder “sentir” su corteza electrónica.
  • Así que lo que hacemos es usar unos aparatos que midan con más precisión que nuestros sentidos y poner todos esos datos en forma de una imagen.


Para mí, eso es VER. Medir y organizar datos para poder hacerme un modelo del mundo.

Por lo tanto, yo veo los átomos.


¿Qué opinas tú? ¿Crees que acabas de ver átomos?


FUENTE: Cuaderno de Cultura Científica

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Forzar la activación de subtítulos en vídeos de YouTube






Creando el anterior post me vi en la necesidad de buscarle solución al problema del título; gooogle mediante, dejo la respuesta con el código por acá, como para tenerlo a mano:


Etiquetas: 
  • rel=0: desactiva la sugerencia de vídeos tras finalizar la reproducción
  • hl: Establece el idioma para los controles del vídeo
  • es: idioma español
  • cc_lang_pref: Establece el idioma para los subtítulos del vídeo
  • cc_load_policy: Fuerza a que el vídeo se muestre con subtítulos

y quedaría algo así: "https://www.youtube.com/embed/XXXcódigodelvídeoXXX?rel=0&hl=es&cc_lang_pref=es&cc_load_policy=1"


Listo, yo me entiendo. Gracias por la información Blog Hostalia

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¿Qué es la vida? ¿Es real la muerte?

 



¿Es la vida sólo un complejo proceso de intercambio de información entre cosas muertas? ¿dónde se encuentra esa chispa, esa zona que distingue a la vida de la muerte? ¿y, si no existe ese diferenciador entre la vida y la muerte, entonces podemos argumentar que no hay tal cosa como la muerte?


En su esencia, se supone que la vida es diferente de la muerte, pero ¿es eso realmente cierto? En su descripción sobre la vida, el físico Erwin Schrodinger dice: «Los seres vivos evitan la descomposición en desorden y equilibrio». 


Entonces, ¿qué significa eso realmente? Por ejemplo, imaginemos la siguiente situación: en su computadora, su carpeta de Descargas es el universo. En la mendicidad, todo estaba en orden completo y con el tiempo se vuelve más caótico en la medida en que lo convirtió en un completo desastre. Puedes limpiar este desastre de inmediato invirtiendo algo de energía y mantendrás el orden que pareces. Y eso es lo que hacen todos los seres vivos.


¿Y todavía qué es la vida?

Las células son de lo que están hechos todos los seres vivos. Esencialmente, cada célula es como un pequeño robot con una estructura orgánica, pero demasiado pequeño para poder experimentar algo o sentir. Está en posesión de todas las características de lo que acabamos de describir como vida:


Las células tienen la posibilidad de regularse y mantener un estado constante mientras se establece el orden rodeado por un muro que las separa unas de otras. Comen varias cosas para mantenerse con vida, reaccionan al medio ambiente, pueden crecer y adaptarse a los cambios, evolucionar con el tiempo y, por último, pero no menos importante, hacen todo esto principalmente por su cuenta.


Pero de todos los ingredientes que las células están hechas, nada las hace vivas. Una cosa reacciona químicamente a otra, una reacción encadenada a otra. En cada célula, hay millones de reacciones químicas que ocurren en solo un segundo, a partir de un mecanismo complejo organizado. De hecho, una célula puede producir más de mil tipos diferentes de proteínas.




En este provocador video realizado por Kurzgesagt-In a Nutshell vemos desdoblarse un persuasivo argumento: no hay una frontera contundente entre la vida y la muerte, lo cual nos hace (meta)cuestionarnos la misma cuestión de qué es la vida y qué es la muerte y si en realidad son preguntas importantes.


Pensando en ello, ¿es la vida solo el resumen de todas estas reacciones que ocurren una tras otra?

Al final, todos los seres vivos mueren en cierto punto. Pero el objetivo principal es producir nuevos individuos del mismo tipo. Y eso lo hace el ADN. La evolución es como un juego en el que un grupo de seres vivos pelea entre sí, tratando de mantenerse con vida y continuar existiendo como un tipo. El ganador es esencialmente el que logra producir el mejor material genético, también conocido como el mejor ADN, para no ser expulsado del juego.


¿Es el ADN vida?

Si observa el ADN solo, ciertamente es una molécula muy compleja, pero no puede hacer nada por sí sola.


Virus… aquí es donde todo se vuelve más complicado. Básicamente son un pequeño marco de ADN o una cadena de ARN, que necesita una célula para hacer algo. Actualmente, no podemos determinar si cuentan como vivos o muertos. Aun así, hay más de 250,000,000 metros cúbicos de virus que existen en la Tierra. (Y realmente no les importa lo que creemos que son).


Hasta donde sabemos, hay algunos virus que están atacando incluso las células muertas y pueden revivirlas para que sean sus anfitriones. (Lo que hace que la diferencia sea aún más borrosa).


¿O las mitocondrias? Son las plantas de energía de las células más complejas. Las mitocondrias solían ser una bacteria que vivía libremente pero que se asociaba con células más grandes. Todavía pueden multiplicarse solos y poseer su propio ADN, pero ya no están vivos. Han cambiado su propia vida a cambio de la supervivencia de su ADN, lo que significa que los seres vivos pueden convertirse en muertos, siempre que puedan mantener su código genético a salvo…


FUENTE: Comunidad biológica

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Diseñan el primer motor de curvatura para viajar a la velocidad de la luz


Basado en el famoso motor de Alcubierre, el nuevo propulsor, por ahora teórico, elimina la necesidad de utilizar energía negativa.



FOTO
Impresión artística de una hipotética «Nave propulsada por inducción de agujero de gusano», basada indirectamente en un trabajo de 1994 de Miguel Alcubierre.




El motor de curvatura del Enterprise, la nave estelar de Star Trek, podría convertirse en realidad mucho antes de lo que pensábamos. O eso es, por lo menos, lo que se deduce de un trabajo recién publicado en 'Classical and Quantum Gravity' por un equipo de investigadores del grupo Applied Physics, especializado en asesorar a gobiernos y empresas en cuestiones científicas y tecnológicas.

En su estudio, los investigadores anuncian sin tapujos el primer modelo factible de un motor de curvatura, uno basado en la idea propuesta hace más de 20 años por el físico mexicano Miguel Alcubierre, que ha respaldado explícitamente la investigación.

«Muchas personas en el campo de la ciencia –asegura Alexey Bobrick, primer firmante del artículo– conocen el motor de Alcubierre y creen que los impulsos de curvatura no son posibles en el mundo físico debido a la necesidad de utilizar energía negativa. Pero esto, sin embargo, ya no es así».


El motor de Alcubierre, el punto de partida

En 1994, Miguel Alcubierre publicó en la misma revista (Classical and Quantum Gravity) una ingeniosa solución a las ecuaciones de la Teoría General de la Relatividad. Conocida desde entonces como 'métrica de Alcubierre', su idea permitía a una nave espacial viajar a más de 300.000 km/s, es decir, a mayor velocidad que la luz, pero sin violar ninguna ley de la Física.

Para conseguirlo Alcubierre proponía que la nave viajara en el interior de una burbuja de deformación espaciotemporal. Detrás de la nave, el espacio tiempo se estiraría, empujando la burbuja, mientras que delante de ella se encogería, colocando el objetivo cada vez más cerca. La nave, dentro de la burbuja, permanecería inmóvil en un espacio plano (no deformado) y no violaría por tanto la ley que impide viajar más deprisa que la luz. Sería algo parecido a una persona que permanece quieta sobre una cinta transportadora que se mueve a toda velocidad.



El gráfico muestra una burbuja de deformación espaciotemporal, en cuyo interior (amarillo) una nave permanecería en un espacio plano. La burbuja dilataría el espacio tras la nave y lo comprimiría delante de ella, permitiendo un desplazamiento a gran velocidad.




De hecho, la nave propuesta por Alcubierre sería transportada por la burbuja a velocidades superlumínicas, pero sería el espacio, y no la nave, el que 'se movería' con sus repetidas dilataciones y contracciones. La Relatividad, en efecto, prohíbe que cualquier objeto viaje a mayor velocidad que la luz a través del espacio tiempo, pero no dice nada sobre cuál es la velocidad máxima que puede alcanzar el propio espacio tiempo. Con su idea, pues, Alcubierre daba un gran primer paso hacia el famoso 'motor de curvatura' de la serie 'Star Trek', que por cierto, le sirvió de inspiración para su trabajo.


El desplazamiento por curvatura, es una forma actualmente ficticia de propulsión superlumínica nacida en el universo creado por la ficción de Star Trek.


El problema, sin embargo, es que para crear la burbuja de deformación espaciotemporal que proporciona el impulso habría que utilizar materia con densidad negativa, o exótica, para obtener energía negativa, que no existe, lo que deja el motor de Alcubierre totalmente fuera de nuestro alcance. Cuanta más energía negativa haya en la burbuja, mayor sería su velocidad de propagación, que superaría fácilmente a la de la luz.

Por esas razones, hace tiempo que la comunidad de físicos había descartado el motor propuesto por Alcubierre, y la idea general era que la humanidad nunca llegaría a construir sistemas de propulsión basados en la deformación del espacio tiempo. La propia NASA, indican los investigadores, lleva desde 2012 intentando, sin éxito, diseñar unidades de deformación física en los laboratorios Eagleworks del Centro Espacial Johnson en Houston, Texas.

Una solución sin energía negativa.

Pero el nuevo estudio ha conseguido evitar ese problema. En palabras de Bobrick: «Nosotros fuimos en una dirección diferente a la de la NASA y otros investigadores. Nuestra investigación ha demostrado que en realidad existen varios tipos más de impulso de curvatura en la Relatividad General. En particular, hemos formulado nuevas clases de soluciones de impulso de curvatura que no necesitan energía negativa y que, por lo tanto, pueden darse en el mundo físico».

Renunciar a la energía negativa propuesta por Alcubierre, sin embargo, supone pagar un precio en términos de velocidad. El motor de curvatura propuesto por los investigadores, en efecto, «es subluminal y, al menos en principio, puede construirse basándose en los principios físicos conocidos hoy por la humanidad. No puede superar la velocidad de la luz, pero casi», escriben los investigadores.

En todo caso, añaden, «hemos demostrado que todas las críticas al famoso motor de Alcubierre son irrelevantes porque existe toda una variedad de otras unidades de curvatura que son físicas, y que pueden usarse. Por lo tanto, el equipo de Applied Physics ha demostrado que la mecánica de campo de curvatura no está muerta antes de nacer, sino que es una ciencia física y viable».


FUENTE: ABC.es
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Extracto de la pesadilla de Jaime Lannister





 

Escudriñó la penumbra hasta que él también lo vio. Algo se movía en la oscuridad, aunque no alcanzaba a distinguir qué era…

Un hombre a caballo. No, dos. Dos jinetes, hombro con hombro.

¿Aquí, bajo la Roca?

No tenía sentido. Pero los dos jinetes se acercaban a lomos de sus caballos claros, ellos llevaban armaduras y sus monturas iban protegidas para la batalla. Emergieron de la oscuridad a paso lento.

«No hacen el menor ruido —advirtió Jaime—. No chapotean en el agua, las armaduras no tintinean, los cascos no resuenan contra el suelo.» Recordó a Eddard

Stark, cuando recorrió la sala del trono de Aerys en el más absoluto silencio. Sólo habían hablado sus ojos: los ojos de un señor, fríos, grises, juzgándolo.

¿Sois vos, Stark? —llamó Jaime—. Adelante. No os temí en vida y no os temo ahora que estáis muerto.

Vienen más —le advirtió Brienne tocándole el brazo.

Él también los vio. Parecía que sus armaduras eran de nieve, y jirones de niebla les ondeaban desde los hombros sobre las espaldas. Llevaban los visores de los yelmos cerrados, pero Jaime Lannister no tenía que verles los rostros para reconocerlos.

Cinco habían sido sus hermanos. Oswell Whent y Jon Darry. Lewyn Martell, un príncipe de Dorne. El Toro Blanco, Gerold Hightower. Ser Arthur Dayne, la Espada del Amanecer. Y junto a ellos, coronado de niebla y dolor, con la larga cabellera ondeando a la espalda, cabalgaba Rhaegar Targaryen, príncipe de Rocadragón y heredero legítimo del Trono de Hierro.

No me dais miedo —exclamó mientras se dividían para colocarse a ambos lados de él. No sabía hacia dónde mirar—. Lucharé con vosotros de uno en uno, o

contra todos a la vez. Pero ¿quién se va a enfrentar a la moza? Se enfada mucho cuando la dejan al margen.

Juré que lo mantendría a salvo —dijo ella a la sombra de Rhaegar—. Pronuncié un juramento sagrado.

Todos hicimos juramentos —dijo Ser Arthur Dayne con voz de tristeza infinita.

Las sombras desmontaron de sus caballos espectrales. No hicieron ruido alguno al desenvainar las espadas largas.

Iba a quemar la ciudad —dijo Jaime—. No quería dejar más que cenizas para Robert.

Era vuestro rey —dijo Darry.

Jurasteis protegerlo —dijo Whent.

Y también a los niños —apuntó el príncipe Lewyn.

Dejé en vuestras manos a mi esposa y a mis hijos. —El príncipe Rhaegar ardía con luz fría, blanca, roja y oscura alternativamente.

Jamás pensé que les haría daño. —La luz de la espada de Jaime era cada vez menos brillante—. Yo estaba con el rey…

Matando al rey —dijo Ser Arthur.

Cortándole el cuello —dijo el príncipe Lewyn.

El mismo rey por el que juraste que darías la vida —dijo el Toro Blanco.

Las llamas que recorrían la hoja de la espada se estaban apagando, y Jaime recordó lo que había dicho Cersei. «No.» El terror le atenazó la garganta como un puño. De pronto, la espada se le quedó a oscuras, sólo la de Brienne ardía, y los fantasmas se cernieron sobre ellos.

No —dijo—. No, no, no, ¡nooo!



 

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Edge of night

 


La canción... poema, que Pippin le canta al Senescal Denethor, interpretada por Malinda.





El borde de la noche

El hogar está detrás

El mundo por delante

Y hay muchos caminos por recorrer

A través de la sombra hasta el borde de la noche

Hasta que las estrellas estén encendidas

Niebla y sombras, nube y sombra

Todos se desvanecerán

Todos se desvanecerán


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La tumba de las luciérnagas.




 La tumba de las luciérnagas (火垂るの墓 Hotaru no Haka?) es una película de animación japonesa producida por Studio Ghibli y dirigida por Isao Takahata. Fue la primera película dirigida por Takahata con Studio Ghibli y el tercer largometraje del estudio. Está basada en la historia corta homónima del autor Akiyuki Nosaka publicada en 1967, la cual, a su vez, se basa en las propias experiencias de Nosaka vividas durante la guerra.2​ La película está protagonizada por Tsutomu Tatsumi, Ayano Shiraishi, Yoshiko Shinohara y Akemi Yamaguchi. Centrada en la ciudad de Kōbe, Japón, narra la dura historia de dos hermanos, Seita y Setsuko, y de su lucha desesperada por sobrevivir durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial.





Aclamada por la crítica, La tumba de las luciérnagas fue considerada por el renombrado crítico cinematográfico Roger Ebert como una de las mejores y más poderosas películas sobre la guerra, quien en 2000, la incluyó en su lista de las mejores películas de todos los tiempos.3​ Además, es considerada junto a La lista de Schindler de Steven Spielberg y El pianista de Roman Polanski, como una de las mejores películas antibelicistas de la historia, a pesar de que esta interpretación ha sido negada por el director.4​


El filme ha recibido dos remakes en live action, uno en 2005 y otro en 2008. La versión de 2005 cuenta con los actores Hōshi Ishida como Seita, Mao Sasaki como Setsuko y Nanako Matsushima como Hisako, la tía de los niños. La segunda adaptación cuenta con Reo Yoshitake como Seita, Rina Hatakeyama como Setsuko y Keiko Matsuzaka como la tía.


FUENTE: Wikipedia




Película completa en español latino.

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Record Guinness


El museo Miniatur Wunderland de Hamburgo (Alemania), aprovechó la cuarentena sanitaria para romper un récord mundial. La hazaña fue conseguida luego de construir una pista de 211 metros de longitud, incorporando 2.840 copas a sus costados para que el pequeño ferrocarril tocara la melodía más larga de la historia para un vehículo de esa naturaleza. En su recorrido podemos escuchan 20 piezas clásicas, donde destacan entonaciones de Beethoven, Strauss y Verdi.

La idea se inspiró en un video que crearon la Navidad pasada, donde un avión A380 despega en su aeropuerto en miniatura de Knuffingen con un Papá Noel en el ala sosteniendo un badajo en la mano que golpeaba botellas de agua con la melodía de Jingle Bells.

Frederik Braun, fundador del museo, junto con su equipo, pasaron semanas configurando todo el recorrido inspirado en paisajes en miniatura y pequeñas versiones coloridas de ciudades como Hamburgo y Las Vegas.






https://youtu.be/LNvZY6cOijo
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Fuimos hipercarnívoros durante dos millones de años

Un rompedor estudio sugiere que alimentarnos principalmente de la carne de animales grandes durante la Edad de Piedra impulsó nuestra evolución.



Una de las ideas más extendidas sobre la evolución humana afirma que fuimos capaces de desarrollarnos y sobrevivir gracias a nuestra capacidad para comer de todo. Ser omnívoros resultó una gran fortuna, ya que nos permitió adaptarnos a cambios climáticos o a la llegada de otros depredadores, alimentándonos de lo que estaba disponible en cada momento. Sin embargo, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores israelíes propone un cambio completo de paradigma.


Según el informe, dado a conocer en 'American Journal of Physical Anthropology', la dieta de nuestros antepasados de la Edad de Piedra estaba compuesta principalmente por la carne de grandes animales. Durante dos millones de años, fuimos hipercarnívoros y solo la extinción de esos gigantes (conocidos como megafauna) en varias partes del mundo nos llevó a aumentar gradualmente los vegetales en la nutrición.


«Hasta ahora, los intentos de reconstruir la dieta de los humanos de la Edad de Piedra se han basado en comparaciones con las sociedades de cazadores-recolectores del siglo XX», explica Miki Ben-Dor, de la Universidad de Tel Aviv. «Esta comparación es inútil, porque hace dos millones de años las sociedades de cazadores-recolectores podían cazar y consumir elefantes y otros animales grandes, mientras que los actuales no tienen acceso a tal abundancia. Todo el ecosistema ha cambiado y las condiciones no se pueden comparar».



Por ese motivo, los investigadores decidieron utilizar otros métodos. Examinaron unos 400 artículos científicos de diferentes disciplinas, como la genética, la fisiología o la morfología, en busca de lo que llaman «la memoria de nuestro cuerpo». Como explica Ben-Dor, «el comportamiento humano cambia rápidamente, pero la evolución es lenta. El cuerpo recuerda», explica.


Acidez de estómago y células grasas

Con esta metodología encontraron 25 líneas de evidencias. «Un ejemplo destacado es la acidez del estómago humano», dice el científico. «La acidez en nuestro estómago es alta en comparación con los omnívoros e incluso con otros depredadores. Producir y mantener una acidez fuerte requiere grandes cantidades de energía, y su existencia es una evidencia del consumo de productos animales». La acidez fuerte brinda protección contra las bacterias dañinas que se encuentran en la carne, y los humanos prehistóricos, cazando animales grandes cuya carne era suficiente para días o incluso semanas, «a menudo consumía carne vieja que contenía grandes cantidades de bacterias y, por lo tanto, necesitaba mantener un alto nivel de acidez», continúa.


Según los investigadores, otro indicio de que somos depredadores es la estructura de las células grasas de nuestro cuerpo. En los omnívoros, la grasa se almacena en una cantidad relativamente pequeña de células grasas grandes, mientras que en los depredadores, incluidos los humanos, es al revés: tenemos una cantidad mucho mayor de células grasas más pequeñas. También se han encontrado evidencias de la evolución de los humanos como depredadores en nuestro genoma. Por ejemplo, los genetistas han llegado a la conclusión de que «se cerraron áreas del genoma humano para permitir una dieta rica en grasas, mientras que en los chimpancés se abrieron áreas del genoma para permitir una dieta rica en azúcar».


Estas evidencias halladas en la biología humana se complementaron con otras arqueológicas. Por ejemplo, la investigación sobre isótopos estables en los huesos de humanos prehistóricos, así como las prácticas de caza exclusivas de los humanos, muestran que nos especializamos en la caza de animales grandes y medianos con alto contenido de grasa. La comparación de los humanos con los grandes depredadores sociales de la actualidad, todos los cuales cazan animales grandes y obtienen más del 70% de su energía de la carne, reforzó la conclusión de que los humanos se especializaban en cazar animales grandes y, de hecho, eran hipercarnívoros.


«Cazar animales grandes no es un pasatiempo vespertino», dice Ben-Dor. «Requiere una gran cantidad de conocimientos. Los leones y las hienas logran estas habilidades después de largos años de aprendizaje. Claramente, los restos de animales grandes encontrados en innumerables sitios arqueológicos son el resultado de la gran experiencia de los humanos como cazadores. Muchos investigadores creen que la caza jugó un papel importante en la extinción de la megafauna».


«La evidencia arqueológica no pasa por alto el hecho de que los humanos de la Edad de Piedra también consumían plantas», agrega el científico. «Pero según los hallazgos de este estudio, los vegetales solo se convirtieron en un componente importante de la dieta humana hacia el final de la era».



Dieta paleolítica


La evidencia de cambios genéticos y la aparición de herramientas de piedra únicas para el procesamieno de plantas llevaron a los investigadores a concluir que, a partir de hace unos 85.000 años en África, y hace unos 40.000 años en Europa y Asia, se produjo un aumento gradual en el consumo de alimentos vegetales como en la diversidad dietética, de acuerdo con las diferentes condiciones ecológicas. Esto fue acompañado por un aumento en la singularidad local de la cultura de herramientas de piedra, que es similar a la diversidad de culturas materiales en las sociedades de cazadores-recolectores del siglo XX. Por el contrario, durante los dos millones de años en los que, según los investigadores, los humanos fueron superdepredadores, se observaron largos períodos de similitud y continuidad en las herramientas de piedra, independientemente de las condiciones ecológicas locales.


El estudio también pondría en la picota la tan controvertida dieta del paleolítico, basada en alimentarse solo de lo que supuestamente comían nuestros antepasados antes de inventarse la agricultura (carne, pescado, marisco, verduras y frutas). «Nuestro estudio aborda una gran controversia actual, tanto científica como no científica», dice Ran Barkai, también de Tel Aviv. «Para muchas personas hoy en día, la dieta paleolítica es un tema crítico, no solo con respecto al pasado, sino también con respecto al presente y al futuro. Es difícil convencer a un vegetariano devoto de que sus antepasados no eran vegetarianos, y la gente tiende a confundir las creencias personales con la realidad científica», concluye.


FUENTE: ABC Ciencia

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Las nuevas constelaciones: tan reales como las viejas, pero invisibles.


En el último año han aparecido varias decenas de nuevas constelaciones, con nombres que remiten a héroes de la ciencia y la ciencia-ficción. No es que hayan surgido multitud de nuevas estrellas en el cielo, sino que ha avanzado nuestra tecnología para detectarlas. Y no solo eso, sino que gracias a los modernos telescopios espaciales, que nos acercan estrellas de otras galaxias —demasiado lejanas como para ver su luz a simple vista—, podemos detectar incluso puntos totalmente invisibles (emisiones de rayos gamma). Unos puntos que los científicos de la NASA han unido para que Einstein, Hulk o la nave Entrerprise de Star Trek tengan su sitio en el firmamento, aunque sea en una dimensión diferente a la de la Osa Mayor, Orión o Escorpio. 


En el fondo es lo mismo que llevamos haciendo los humanos durante incontables siglos: mirar al cielo e intentar asimilarlo encontrando formas familiares en las estrellas, que representan animales, héroes o nuestras historias más queridas. Cualquiera puede crear así sus propias constelaciones; solo tenemos que salir al campo a ver las estrellas, y bajo un cielo bien oscuro tenemos a nuestro alcance hasta 3.000 estrellas a simple vista, sin más herramienta astronómica que nuestros propios ojos. Una vez ahí el cerebro hará el resto para empezar a ver las primeras constelaciones.


UNIR PUNTOS EN EL CIELO, UNA TRADICIÓN ANCESTRAL

Nuestro cerebro está diseñado para reconocer patrones, y lo hace muy bien. Gracias a esta capacidad podemos reconocer a un familiar o amigo, entre una multitud, casi al instante. Ese poder tiene efectos secundarios como las pareidolias, que nos llevan a reconocer cosas o animales en las nubes o incluso a ver Jesucristo en una tostada, o una cara en la superficie de Marte. Con las estrellas pasa algo así. El cerebro las combina como en los juegos clásicos de dibujar uniendo puntos, hasta tener una forma conocida. Una constelación no es más que eso, un dibujo arbitrario hecho con estrellas que están en la misma zona del cielo pero que no tienen relación entre sí.


Cara en la superficie de Marte. Crédito: NASA/JPL


Cada cultura antigua estableció así sus propias constelaciones, unas veces identificando diferentes formas y otras poniendo distintos nombres a las mismas formas. Para entenderse y poner un poco de orden, los astrónomos dividieron el cielo en 88 constelaciones oficiales —registradas por la Unión Astronómica Internacional— como si fueran parcelas de un plan urbanístico. En el hemisferio norte utilizamos las que veían los antiguos griegos, cuya civilización fue la cuna de la ciencia, y que imaginaban las escenas y protagonistas de sus mitos en el cielo. Esa era entonces la mayor plataforma de entretenimiento: contar historias al calor de una hoguera y con el apoyo visual de las estrellas.


Así surgió la constelación de la Osa Mayor. Su origen está en el mito de Calisto, una ninfa de la que se encaprichó el dios Zeus. De la relación entre el dios y la musa nació Arcas. Cuando Artemisa se enteró castigó a Calisto convirtiéndola en una osa condenada a vagar por los bosques sin poder estar junto su hijo. Muchos años después, Arcas se convirtió en un gran cazador y en una salida se encontró con su madre, pero no la reconoció, pues a sus ojos era una osa peligrosa. Calisto sí lo reconoció y, en vez de enfrentarse a él, se puso a tiro de su arco, resignada a que su propio hijo la matase. Cuenta la leyenda que Zeus detuvo entonces a Arcas, le contó lo sucedido y decidió subir a los dos al cielo donde permanecen eternamente juntos.


Carl Sagan repasó en su serie Cosmos las interpretaciones que diferentes culturas hicieron de la Osa Mayor.


Los nombres populares actuales de esta constelación tienen que ver con cosas más cotidianas: en EEUU y Canadá se conoce como el gran cazo, mientras que en Irlanda y Reino Unido las siete estrellas de Ursa Major se identifican con un arado y han sido el símbolo de movimientos políticos de izquierdas. Anteriormente, en las lenguas germánicas y escandinavas se le conocía como el Gran Carro o el Carro de Carlos (que erróneamente se asocia a Carlomagno) mientras que en la tradición hindú representan a “los siete sabios de la antigüedad”, en Malasia se identifican con un barco, en Indonesia con una canoa y en Birmania con un crustáceo.


DE LA OSA MAYOR A LA NAVE ENTERPRISE

No todas las 88 constelaciones tienen su origen en la tradición griega, como la Osa Mayor, ya que desde el Mediterráneo no se pueden ver todas las estrellas del firmamento. La civilización occidental y la ciencia surgieron solo con el conocimiento de las estrellas del hemisferio norte. Fueron los marinos, los exploradores y los naturalistas de los siglos XVII y XVIII quienes fueron poniendo nombres a las nuevas constelaciones que se iban encontrando en sus viajes a otras latitudes. El astrónomo y matemático francés Nicolás Lacaille vio en el cielo del hemisferio sur algunos de sus instrumentos científicos favoritos: así surgieron constelaciones como Fornax (el horno químico), el Microscopio, el Telescopio o la Máquina Neumática, y también referencias navales como la Quilla o la Popa. Comparadas con los nombres griegos —Aries (el carnero), la Lira o el Cisne— suenan mucho más modernas, aunque no fueran constelaciones nuevas: simplemente los sabios europeos las impusieron por encima de las que habían imaginado las civilizaciones y pueblos de América y África del Sur, así como de Oceanía.


Explorado ya todo el planeta, ahora no queda más cielo por descubrir desde la Tierra. No hay posibilidad de ampliar el planisferio con nuevas constelaciones, al menos que sean visibles; pero las estrellas, aparte de emitir luz, emiten otros tipos de radiación invisibles al ojo humano: infrarrojo, ondas de radio, rayos x o rayos gamma son algunas de las otras frecuencias que los telescopios espaciales pueden detectar, y que sirven para darnos detalles de objetos astronómicos como agujeros negros o galaxias activas.


La constelación de Godzilla.


Es el caso del Fermi Gamma Ray Space Telescope, que recientemente completó un barrido del cielo recogiendo luz gamma. El equipo de científicos de la NASA que exploran el universo con ese telescopio espacial se encontraron con un nuevo “planisferio gamma” lleno de puntos y, siguiendo la tradición milenaria, primero dibujaron con esos puntos sus figuras favoritas y luego bautizaron 21 nuevas constelaciones —tan reales como las de siempre, pero invisibles al ojo humano. Entre ellas están el Gato de Schrödinger, la nave Enterprise, el Principito o Godzilla.


No deja de ser un truco, pero es que la espera para poner un nuevo nombre a una constelación puede ser muy larga. Tendríamos que alejarnos mucho de la Tierra —desde otros planetas del sistema solar se ven las mismas constelaciones— para ver tener una perspectiva distinta del cielo, para que las estrellas cambien significativamente de distancia aparente entre sí y, por tanto, dibujen formas diferentes. Serían siglos de viaje interestelar, a muchos años-luz de distancia. Otra opción sería confiar en que la humanidad sobreviviese cientos de miles de años más, hasta que la expansión del universo cambie la distancia real entre las estrellas tanto que varíe de forma apreciable su distribución en nuestro cielo. Mientras tanto, siempre podemos salir a observar el cielo y a inventar nuestras propias constelaciones; o a disfrutar de las de toda la vida.


FUENTE: OpenMind BBVA

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