• La paradoja de Fermi

    Todo el mundo siente algo cuando está en un sitio desde el que se ven muy bien las estrellas en una noche especialmente estrellada y mira hacia arriba y ve esto. El físico Enrico Fermi también sintió algo: ”¿Dónde está todo el mundo?”...

  • Grandes imágenes de la ciencia

    Una colección de 20 imágenes que hicieron historia en diversos campos de la ciencia.

  • ¿Qué te hace a tí?

    Cuando dices la palabra "yo", probablemente entiendes bastante claro lo que eso significa. Pero cuando te detienes y realmente piensas en ello por un minuto, y reduces a su núcleo al "YO" , las cosas comienzan a ponerse bastante extrañas.

  • Porque se niegan a salvar animales en peligro de extinción

    Cada 50–100 millones de años, en la Tierra se produce la muerte masiva de hasta el 95 % de todas las especies que la habitan. Los científicos están de acuerdo en que ahora estamos en proceso de experimentar otra extinción. Y, por eso, algunos expertos creen que salvar las especies que peligran en estas circunstancias no tiene sentido, porque todo debe seguir su propio curso.

  • Hechos que inspiraron la Tierra Media

    John Ronald termina de revisar el texto, tacha con su pluma los errores y lo puntúa con la precisión milimétrica que le caracteriza. Lo deja a un lado, es el vigesimoquinto examen que corrige y su mente empieza a cansarse. Algo le hace volver a los exámenes y, sobre el primero del montón, plasma con su pluma una pequeña idea: “En un agujero en el suelo, vivía un hobbit”.

Mostrando las entradas con la etiqueta naturaleza. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta naturaleza. Mostrar todas las entradas

El pulso sísmico que se repite cada 26 segundos desde hace 60 años


¿La Tierra late? El registro constante de ondas que emanan frente a África occidental y recorren el planeta desconcierta la ciencia. Desde oleaje hasta procesos volcánicos ocultos bajo el Atlántico, cuáles son las teorías sobre su origen




Cada 26 segundos, la Tierra emite un latido sordo, una vibración que atraviesa continentes y océanos con una regularidad desconcertante. No es un fenómeno meteorológico ni un simple ruido de fondo: se trata de un microsísmo que, durante más de seis décadas, aparece puntualmente en los instrumentos de estaciones sísmicas de todo el planeta. Sin embargo, aún se desconoce su origen y las razones de este fenómeno.




El foco de ese pulso se ubica en el Golfo de Guinea, frente a la costa occidental africana. Allí el fenómeno se registra como una señal firme y monocorde que desafía explicaciones fáciles. Es demasiado estable para ser atribuida al azar, y lo suficientemente intensa como para interferir en estudios científicos de fondo.


Las teorías sobre su origen van desde el impacto persistente de olas oceánicas contra la plataforma continental africana, hasta procesos volcánicos o magmáticos bajo el Atlántico. Hasta ahora, ninguna propuesta aporta una respuesta definitiva. El latido invisible recorre el planeta, multiplicando las preguntas y desafiando los límites de la geofísica tradicional.



El hallazgo en los años sesenta

A comienzos de la década de 1960, Jack Oliver, geólogo del Observatorio Geológico Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, detectó la señal al revisar registros en diversas estaciones. Pronto notó que se trataba de algo diferente: una frecuencia estable y una periodicidad tan marcada que destacaba incluso en instrumentos poco sofisticados.


Oliver publicó el hallazgo en 1962 en el Bulletin of the Seismological Society of America. Definió el fenómeno como “una tormenta mundial de microsismos con periodos de unos 26 segundos”. Este pulso persistió durante varios días y se propagó globalmente, comportamiento muy diferente de los microsismos habituales, que son breves y caóticos. Su claridad permitió descartar explicaciones sencillas, como el viento o el mal funcionamiento de los equipos.


Desde el principio, Oliver sugirió dos hipótesis: una apuntaba a olas de gran longitud golpeando la plataforma continental en el Golfo de Guinea, generando ondas Rayleigh; la otra, a procesos magmáticos bajo el Atlántico sur. Ambas alternativas subrayaban la interacción entre mar y geología como origen probable del misterio.




Décadas después, medios como Discover y Popular Mechanics retomaron la historia, describiéndola como un “pitido sísmico regular” que sigue activo desde hace más de sesenta años. Incluso sin la tecnología actual, Oliver impulsó un debate científico que aún continúa abierto.



El Golfo de Guinea bajo sospecha


A medida que avanzaron las investigaciones, la evidencia se concretó: los registros sísmicos de África, Europa y América apuntaban a una región precisa del Atlántico, cerca de la bahía de Bonny y de la isla de Santo Tomé. Desde allí partían —cada 26 segundos— las ondas Rayleigh detectadas en todo el mundo.


En 1963, Oliver reforzó esta hipótesis con testimonios de marinos y capitanes que navegan por la zona en los días del pulso. Hablaron de oleajes inusualmente potentes, olas que superaban muros portuarios en Ghana y Nigeria, y daños en embarcaciones amarradas.


El capitán del African Moon, según recoge el trabajo de Oliver, relató averías en su barco: el mar agitaba tanto el puerto de Tema que las amarras se rompían una y otra vez, pese a estar resguardados.


Estos datos respaldaron la idea de olas largas nacidas de tormentas lejanas en el Atlántico sur, capaces de viajar miles de kilómetros y golpear la plataforma africana, donde la geografía del Golfo de Guinea funcionaría como un tambor natural. “La coincidencia entre los registros sísmicos y los reportes marítimos es demasiado precisa como para ser ignorada”, escribió Oliver.



Sin embargo, la proximidad del epicentro a Santo Tomé abrió otra línea: ¿podría tratarse de un temblor generado por procesos magmáticos o hidrotermales bajo la isla? El dilema: en el área no hay volcanes activos ni signos en superficie —como burbujeos, cambios térmicos o emisiones de gas— que sostengan la hipótesis.




Nuevas pistas, viejas dudas




El siglo XXI trajo nuevas herramientas. La expansión de redes sísmicas globales y el análisis de ruido ambiental permitieron una búsqueda más fina. En 2006, un equipo liderado por Nikolai Shapiro reveló que el pulso proviene del Golfo de Guinea y viaja a unos 3,5 km por segundo, la velocidad típica de las ondas Rayleigh. Descubrieron, también, que la señal aumentaba en el invierno del hemisferio sur, señal de un posible vínculo con fenómenos oceánicos.


En 2013, un estudio publicado en Geophysical Journal International detectó dos fuentes diferentes en el Golfo de Guinea. Una, con frecuencia de 0,036 Hz, se encontraba cerca del volcán de Santo Tomé y parecía tener un motivo volcánico. La otra, de 0,038 Hz —el célebre pulso de 26 segundos— no podía explicarse con movimientos tectónicos ni con el impacto de olas.

La hipótesis oceánica perdió un poco de fuerza. Las olas sí generan microsismos, pero suelen provocar señales más dispersas, no una vibración tan monocromática y persistente.

Por otro lado, los procesos volcánicos pueden producir temblores de frecuencia estable, aunque en la zona del segundo foco sigue sin encontrarse evidencia de volcanes activos. “La señal de 0,038 Hz permanece sin explicación dentro de los modelos actuales”, concluyeron los científicos en su trabajo.

Al cumplirse medio siglo del primer registro, el enigma no hace más que crecer: hay dos focos, y ninguna explicación plenamente convincente.




El enigma se amplía




En 2023, un estudio liderado por Charlotte Bruland y Céline Hadziioannou y publicado en Nature Communications Earth & Environment reveló otro matiz: los glides, o deslizamientos de frecuencia, asociados al mismo microseísmo.


Analizando datos de Marruecos, Camerún y otros continentes, el equipo comprobó que, durante algunos periodos, la señal constante se acompañaba de incrementos progresivos de frecuencia que podían durar días.


Estos glides salían siempre del mismo lugar y arrancaban en la misma frecuencia que el pulso clásico. Su comportamiento repetitivo apunta a la existencia de un proceso físico desconocido, capaz de producir tanto una señal continua como variaciones armónicas. Según las autoras, “es un fenómeno que obliga a repensar lo que sabemos sobre las señales sísmicas de largo periodo”.


Las explicaciones volcánicas consideran sistemas hidrotermales o magmáticos que resuenan y liberan energía de forma intermitente, posiblemente modulados por gases o la geometría de los conductos subterráneos.


También se exploran hipótesis oceánicas: tormentas lejanas en el Atlántico sur que envían oleajes excepcionales hacia la plataforma africana. Ninguna teoría, sin embargo, consigue explicar la regularidad, persistencia y potencia de esta señal detectada durante más de seis décadas.


A pesar del avance científico y la acumulación de datos, el microseísmo de 26 segundos sigue sin explicación. El Golfo de Guinea mantiene su pulso constante, un eco que los sismólogos registran con precisión, pero cuya causa última permanece oculta.


En esa vibración que cruza el planeta, la ciencia reconoce tanto una fuente de frustración como una promesa: la posibilidad de que ese latido oculte una clave aún desconocida para entender la dinámica profunda de la Tierra.

FUENTE: Infobae

Share:

Jacques-Yves Cousteau

"El hombre lleva el peso de la gravedad en sus hombros. Sólo tiene que bajar al fondo del mar para sentirse libre".



 

Jacques-Yves Cousteau (pronunciación en francés: /ʒak iv kusto/; Saint-André-de-Cubzac, 11 de junio de 1910-París, 25 de junio de 1997) fue un oficial naval francés, explorador, investigador y biólogo marino que estudió el mar y sus habitantes. Desarrolló el Aqua-Lung junto con Émile Gagnan, fue pionero en la conservación marina, y miembro de la Academia Francesa. La importancia de Cousteau en las leyes internacionales de conservación y sus aportes a la tecnología del buceo son invalorables y perduraran por muchos años. 

Nacido en Saint-André-de-Cubzac, Francia, en 1910 dedicó toda su vida al mar, antes de ser conocido investigó las maneras de hacer mas seguro y cómodo el buceo, fruto de ello es el “Regulador de oxígeno” que inventó junto con Émile Gagnan en 1943, esto permitió hacer inmersiones mas profundas, prolongadas y seguras sin la conexión con la superficie.

Luego de casarse con Simone, comenzó su tarea de investigador oceanográfico, colaboró con el descubrimiento y clasificación de cientos de nuevas especies marinas, ferviente defensor del medio ambiente es el principal impulsor de el destino científico de la Antártida apartándola de afanes políticos.

Con su barco “Calypso” recorrió todos los océanos y mares del mundo filmando cientos de documentales, los primeros filmados íntegramente bajo el agua, que fueron vistos en casi todos los países del mundo. En 1960 se hizo famoso por interrumpir el paso de un tren con residuos tóxicos y radioactivos franceses que iban a ser arrojados al mar. En una reunión coordinada por el príncipe Rainiero entre De Gaulle y Cousteau, el presidente Francés le dijo: “Usted debe ser más comprensivo con las investigaciones nucleares”, a lo cual Cousteau le respondió: "No señor, son sus investigaciones las que deben ser más comprensivas con nosotros”.

Las Naciones Unidas lo nombraron embajador permanente en la “Conferencia Internacional del Medio Ambiente” y la Nathional Geographic le otorgó la medalla de oro, varios artistas compusieron temas sobre él, aunque el mas destacado es el que le hizo su compatriota “Jean Michell Jarre” con su disco “Waiting for Cousteau” en el que se destaca su tema “Calypso”. 

El 25 de junio de 1997 a los 87 años de edad falleció en París, Francia, su funeral se realizó en la Catedral de Notre-Dame, al que asistieron miles de personas. La “Sociedad de investigaciones marinas "Jacques Cousteau” sigue funcionando mientras sus cenizas descansan en su ciudad natal Saint-André-de-Cubzac.


"La razón de que haya hecho películas sobre el mundo submarino reside simplemente en mi creencia de que la gente protege aquello que ama".


 "Cerrar los ojos a la naturaleza solo nos hace ciegos en un paraíso de tontos".


 "Siempre he explicado a los periodistas que nosotros no teníamos ningún objetivo, ninguna idea de qué íbamos a encontrar en una misión".


 "Las personas solo amamos aquello que conocemos, así de ingenuos somos".


 "Para el delfín y la ballena, la felicidad es existir. El hombre debe descubrir esto y maravillarse por ello".


 -Jacques-Yves Cousteau 

Share:

Exoplanetas Helados y Rocosos

Click para ver completo

Este póster visualiza más de 800 exoplanetas conocidos que se cree que son rocosos o terrestres, ordenados según la cantidad de calor que reciben, comparando sus tamaños relativos y proporcionando una ventana a cómo podrían verse.

Desde el descubrimiento de los primeros exoplanetas conocidos en 1992, en órbita alrededor del púlsar PSR B1257+12, hemos encontrado y confirmado más de 5.332 mundos distintos y diversos en más de 3.930 sistemas estelares repartidos por toda nuestra galaxia.

A grandes rasgos, pueden dividirse en gigantes gaseosos similares a Júpiter o Saturno, gigantes de hielo como Neptuno y planetas rocosos como Mercurio, Venus y la Tierra, algunos de los cuales podrían albergar vida.

Sin embargo, no todos ellos son similares a los planetas de nuestro sistema solar; hemos descubierto mundos exóticos muy diversos, como júpiteres calientes con nubes de roca fundida, mundos de agua cubiertos por un superocéano de una profundidad insondable, planetas de lava al rojo vivo o planetas más oscuros que el carbón.

Con la ayuda de modelos científicos e información actualizada, este póster intenta visualizar artísticamente más de 800 exoplanetas conocidos que se cree que son rocosos o terrestres, ordenados según la cantidad de calor que reciben de sus estrellas, comparando sus tamaños relativos y proporcionando una ventana a cómo podrían ser.

Gracias a métodos como la espectroscopia doppler, la microlente y la fotometría de tránsito, podemos estimar con bastante precisión las dimensiones y la masa de muchos planetas, así como calcular la cantidad de calor que les llega desde su estrella

El telescopio espacial Kepler, en particular, ha proporcionado los datos más valiosos y precisos.




Los planetas con un radio inferior a 1,6 veces el de la Tierra son probablemente planetas terrestres con un interior formado en su mayor parte por roca y metal, la mayoría de los cuales tiene una superficie sólida. Más allá de este punto, es probable que los planetas acumulen cada vez más gases, llegando a parecerse más a una versión caliente de Urano, con una atmósfera gaseosa en transición hacia un manto líquido.

La mayoría de los planetas terrestres conocidos pertenecen a una clase de "supertierras", hasta varias veces más masivas que nuestro planeta.

Los mundos terrestres más fríos estarían cubiertos por una corteza de diversos hielos, como hielo de agua, hielo seco, metano o incluso nitrógeno sólido. Con una atmósfera suficientemente densa de nitrógeno, metano o amoníaco, los planetas terrestres fríos podrían poseer lagos y ríos de amoníaco líquido o diversos hidrocarburos, como la luna Titán de Saturno. Podrían poseer un océano de agua líquida bajo la superficie, donde podría surgir la vida cerca de los respiraderos hidrotermales.

Los mundos helados exóticos podrían presentar nubes criogénicas y lluvia de nitrógeno líquido, neón, monóxido de carbono u oxígeno.

Por encima de una temperatura de equilibrio de -100 °C, con una atmósfera suficientemente densa, los planetas podrían poseer ya lagos u océanos de agua líquida, lo que los haría potencialmente habitables. Algunos exoplanetas podrían estar totalmente cubiertos de agua líquida, formando un océano global de decenas de kilómetros de profundidad.

Dado que las primeras formas de vida se desarrollaron en la Tierra muy poco después de su formación, es probable que muchos planetas de la zona habitable posean al menos vida unicelular primitiva.

Cuanto más tiempo pase un planeta en la zona habitable tras su formación, mayor será la probabilidad de que haya vida compleja en su superficie. Muchos planetas en órbita alrededor de estrellas enanas rojas, como el sistema TRAPPIST, podrían seguir siendo habitables durante cientos de miles de millones de años en el futuro, aunque la mayor actividad estelar y la llamarada de muchas estrellas de este tipo podrían dificultarlo.

Se calcula que sólo en nuestra galaxia hay casi 9.000 millones de planetas del tamaño de la Tierra dentro de la zona habitable de su estrella, ¡más de un planeta por cada persona viva!

En el límite interior de la zona habitable, los planetas con una temperatura de equilibrio superior a 40 ºC pueden sufrir un efecto invernadero galopante. Toda su agua se evaporaría en la atmósfera en forma de vapor, provocando un aumento de las temperaturas en la superficie del planeta hasta niveles inhóspitos.



Muchos de estos planetas acabarían como Venus: el viento solar se llevaría todo el hidrógeno de su atmósfera de vapor, dejando una atmósfera seca y caliente de dióxido de carbono y nitrógeno. Las nubes de estos planetas probablemente estarían compuestas de ácido sulfúrico y otros compuestos de azufre, como en Venus.

A medida que los planetas se calientan, es cada vez más difícil conservar una atmósfera debido al viento estelar y al calor. Los planetas rocosos pequeños probablemente perderían la mayor parte de su atmósfera, por lo que serían desnudos, grises y rocosos.

Sin embargo, los planetas suficientemente grandes podrían seguir teniendo atmósfera, con neblinas de hollín y nubes formadas por diversos compuestos de azufre, cloruros o incluso sal fundida.

Los planetas de más de 800 °C son lo bastante calientes como para irradiar visiblemente un color rojo apagado. A temperaturas aún más altas, el calor puro combinado con los efectos de las mareas fundiría partes de la superficie de los planetas, creando lagos y océanos de lava.

Los planetas rocosos más calientes podrían estar completamente fundidos, con nubes y lluvia de silicatos, vidrio fundido o incluso corindón y hierro.

Es probable que los planetas cercanos a su estrella progenitora estén bloqueados por las mareas, como la Luna lo está por la Tierra. Un lado del planeta estaría siempre orientado hacia la estrella, mientras que el otro estaría envuelto en una oscuridad permanente.


Veamos algunos de los exoplanetas más interesantes de los cientos que se pueden encontrar en el póster.

TRAPPIST-1B:

Es uno de los ocho planetas que orbitan alrededor de una estrella enana roja muy pequeña y débil. Es probable que todos los planetas del sistema sean terrestres, y tres de ellos se encuentran en la zona habitable. Todos ellos encajarían bien en la órbita de Mercurio, y los planetas se acercan tanto entre sí que los planetas vecinos pueden parecer tan grandes y brillantes en el cielo nocturno como nuestra Luna.

PRÓXIMA B:

Exoplaneta terrestre ligeramente mayor que la Tierra, situado en la zona habitable de Próxima Centauri, la estrella más cercana al sistema solar, a 4,25 años luz de distancia. En el futuro, es probable que sea el primer exoplaneta al que enviemos una sonda. Utilizando el motor Orión, diseñado para acelerar una nave espacial detonando continuamente miles de bombas termonucleares detrás de ella, tal viaje podría durar menos de un siglo.

KEPLER-277B:

Un planeta rocoso "megaterrestre" casi tan masivo como Saturno, cuya masa le hace contraerse hacia el interior. Su superficie es sólida y su gravedad aplastante, más de 10 veces superior a la de la Tierra.

55 CANCRI E:

Planeta con un océano de lava que cubre toda su superficie. Es probable que el interior del planeta esté compuesto en gran parte por carbono, la mayor parte en forma de diamante.

KEPLER-70B:

Posiblemente el exoplaneta más caliente conocido, con una superficie más caliente que la del Sol. En su origen, podría haber sido un gigante gaseoso al que su estrella despojó de todos sus gases, dejando sólo un núcleo de roca y metal. El planeta acabará completamente vaporizado por el calor de su estrella.

Los sistemas de anillos de la infografía son un añadido artístico. No es inconcebible que muchos planetas rocosos de la galaxia tengan un sistema de anillos. El propio Marte tendrá su propio sistema de anillos en el futuro, cuando su luna Fobos se acerque demasiado al planeta.


FUENTE: Halcyon Maps


Share:

Zoom a los Pilares de la Creación

 


El telescopio espacial James Webb de la NASA ha capturado un paisaje lleno de estrellas de los pilares de la creación.



Share:

Exoplanetas del horror

El planeta más oscuro

El primer resultado importante de la Misión Kepler sobre TrES-2b es un albedo geométrico extremadamente bajo medido en 2011, por lo que lo hace el más oscuro exoplaneta conocido. Si todo el contraste día-noche se debiera al albedo geométrico, sería de 2.53%, pero el modelado sugiere que mucho de esto es la emisión del lado diurno y el verdadero albedo es mucho menor. Se estima que es menos de 1% y para el modelo que mejor se ajusta es de aproximadamente 0,04%.6 Esto hace que TrES-2b sea el exoplaneta más oscuro conocido, que refleja menos luz que el carbón o la pintura acrílica negra. No está claro por qué el planeta es tan oscuro. Una razón podría ser la ausencia de nubes reflectantes, como las que hacen que Júpiter sea tan brillante, debido a la proximidad de TrES-2b a su estrella madre y la consiguiente alta temperatura. Otra razón podría ser la presencia en la atmósfera de sustancias químicas que absorben la luz, como el sodio vaporizado, el potasio o el óxido de titanio gaseoso. En general, se espera que los Júpiter calientes sean oscuros, porque "se cree que la absorción debida a las amplias alas de las líneas D de sodio y potasio dominan sus espectros visibles". Aparte de la de Kepler-7b (38 ± 12%), las mediciones de albedo para Júpiter calientes generalmente solo han dado límites superiores.





EL PLANETA ASADO

HD 80606 b es un planeta extrasolar situado a una distancia de 217​ años luz de la Tierra en la constelación de la Osa Mayor. Orbita a la estrella HD 80606, que a su vez forma parte de un sistema estelar binario (visible con binoculares). Se trata del exoplaneta con mayor excentricidad (órbita más alargada) descubierto hasta la fecha. Debido a esto, su órbita tiene una forma muy alargada, más propia de los cometas. Forma parte de los exoplanetas denominados Júpiter excéntricos.
Su masa es de casi cuatro veces la de Júpiter, lo que le convierte en un gigante gaseoso. Su período de rotación se estima en unas 34 horas. Además, debido a su excentricidad, forma parte de los llamados "Júpiter excéntricos". Esta excentricidad es comparable, por ejemplo, a la del cometa Halley, aunque con la correspondiente diferencia de distancias y periodo orbital.
La temperatura del planeta oscila desde unos -20 °C en el apoastro hasta los 1.200 °C que alcanza en el periastro, donde recibe en torno a 800 veces más radiación de su estrella.​ En su paso por el periastro, las temperaturas varían de -20 °C a 1.200 °C en apenas seis horas, calentándose y enfriándose rápidamente.​ Este valor es suficiente incluso para fundir el níquel.​
A causa de estos bruscos cambios de temperatura, y amplificado debido a que su rotación no está sincronizada con su traslación, se desarrollan tormentas en su atmósfera que mueven vientos a velocidades tremendas, incluso de varios kilómetros por segundo​ desarrollándose vórtices en los polos del planeta.
El descubrimiento de HD 80606 b fue anunciado el 4 de abril de 2001.



Un planeta en "vía de extinción"

Kepler-1520b, es un exoplaneta que orbita la estrella Kepler-1520. Se encuentra a unos 2.020 años luz de la Tierra en la constelación de Cygnus. El exoplaneta se encontró utilizando el método de tránsito.
Kepler-1520b orbita su estrella madre con aproximadamente el 14% de la luminosidad del Sol con un período orbital de poco más de 12 horas y un radio orbital de aproximadamente 0.01 veces el de la Tierra (en comparación con la distancia de Mercurio al Sol, que es aproximadamente 0.38 UA). Este es uno de los períodos orbitales más cercanos detectados hasta ahora.
Kepler-1520b orbita tan cerca de su estrella madre que esencialmente se está evaporando al espacio por sublimación, perdiendo aproximadamente 0.6 a 15.6 de la masa de la Tierra por billón de años.​ Según las predicciones hechas por los científicos, Kepler-1520b dejará de existir en unos 40–400 millones de años.​ Los cálculos de las tasas de pérdida de masa muestran que el planeta probablemente tenía una masa ligeramente más pequeña que Mercurio cuando se formó por primera vez, ya que los cálculos muestran que los planetas con masas superiores al 7% de la Tierra apenas pierden masa en escalas temporales de mil millones de años.



LLAMARADAS DE FURIA


AU Mic es una estrella enana roja fría con una edad estimada de 20 a 30 millones de años, lo que la convierte en un “bebé estelar” en comparación con el Sol, que es al menos 150 veces mayor. La estrella es tan joven que brilla principalmente por el calor generado a medida que su propia gravedad la comprime. Menos del 10% de la energía de la estrella proviene de la fusión de hidrógeno en helio en su núcleo, el proceso que alimenta estrellas como nuestro Sol.

El sistema está ubicado a 31,9 años luz de distancia al sur de la constelación de Microscopium. Es parte de una colección cercana de estrellas del llamado grupo en movimiento Beta Pictoris, que toma su nombre de una estrella de tipo A más grande y más caliente que alberga dos planetas y que también está rodeada por un disco de escombros.

Esta estrella tiene dos planetas, uno de ellos AU Mic b casi abraza a su estrella, completando una órbita cada 8,5 días. Pesa menos de 58 veces la masa de la Tierra, lo que la coloca en la categoría de mundos similares a Neptuno. Se cree que AU Mic b se formó lejos de la estrella y migró hacia adentro a su órbita actual, algo que puede suceder cuando los planetas interactúan gravitacionalmente con un disco de gas o con otros planetas




HD 189733b, un exoplaneta que por su aspecto puede resultar muy parecido a la Tierra, pero nada más lejos de la realidad.


A diferencia de lo que ocurre con nuestro planeta natal ese bonito color azul no le viene porque tenga océanos, sino que es el reflejo de una atmósfera nebulosa rica en silicatos donde se encuentran vientos que se mueven a siete veces la velocidad del sonido.
Por si ese detalle no es suficiente para entender porqué este gigante es considerado como un mundo bellamente aterrador hay otros detalles que contribuyen a hacerle merecedor de tal título. Uno de ellos es que la lluvia en HD 189733b es muy diferente a la de la Tierra.
En HD 189733b llueven silicatos en forma cristalina, lo que significa que la lluvia puede cortar cualquier cosa orgánica que se cruce en su camino, y si a ésto unimos esos vientos huracanados a los que hicimos referencia tenemos un cóctel mortal.
Este gigante gaseoso, que tiene un tamaño similar al de Júpiter, es también un auténtico infierno, ya que sus temperaturas rondan los 700 grados de media
Científicos del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), de la NASA, han detectado metano en la atmósfera del planeta, lo que constituye un hito para este tema. Es la primera vez que se observa la presencia de moléculas orgánicas en un planeta extrasolar.




MAS CALIENTE QUE LAS ESTRELLAS


En la búsqueda de planetas fuera del sistema solar, los astrónomos se han llevado no pocas sorpresas: mundos que menguan a toda velocidad, giran al revés o parecen hechos de diamante. El lejano Kelt-9 b, un gran exoplaneta gaseoso situado a 650 años luz de la Tierra, tiene su propia excentricidad. Descubierto en 2016, es de los más calientes conocidos hasta ahora.
Supera los 4.700º C en su cara diurna, una temperatura similar a la superficie de nuestro Sol y más caliente que el 80% de todas las estrellas del universo (a nivel superficial) . Calificarlo como tórrido es poco.
Kelt-9 b orbita una estrella que es dos veces más ardiente que el Sol, a una distancia diez veces más cercana de la que separa a Mercurio de nuestra estrella.

Con un tamaño 1,8 veces más grande que Júpiter y 2,9 veces su masa, es considerado un 'Júpiter caliente'. Su órbita completa dura un día y medio terrestres y luce una gigantesca y brillante cola de gas como si fuera un cometa.




UNA SUPERTIERRA INFERNAL

El planeta extrasolar 55 Cancri e orbita alrededor de una estrella similar al Sol y se encuentra a cuarenta años luz de la Tierra, en la constelación Cáncer. Es un planeta terrestre, con una superficie sólida aunque terriblemente agitada, y es una supertierra porque tiene un diámetro 2,5 veces superior al de la Tierra. Un año pasa en un suspiro: orbita tan cerca de su estrella que sólo tarda 18 horas en rodearla. Debido al acoplamiento de marea (tarda tanto en rotar sobre sí mismo como en completar su órbita) siempre muestra la misma cara a su estrella, como ocurre con la Luna, de modo que en 55 Cancri e hay un día perpetuo en uno de sus lados y una noche perpetua en el otro.

Unas condiciones extremas y muy opuestas en los dos hemisferios del planeta. En el lado diurno la temperatura es de unos 2.500 grados Celsius, mientras que en el lado nocturno es de unos 1.100 grados; la diferencia es enorme.




QUEMADO VIVO

En KELT-9b, un planeta fuera de nuestro sistema solar situado a 650 años luz, se dan dos circunstancias que hacen de él un mundo con temperaturas infernales que superan los 4.300º C y que lo convierten en el planeta gigante más caliente descubierto hasta la fecha. Por un lado, se encuentra tan cerca de su estrella que sólo tarda un día y media en orbitarla. Por otro, esta estrella (KELT-9) es un astro muy grande y muy caliente (es dos veces más grande y el doble de caluroso que nuestro sol).
Este mundo extremo, localizado en constelación de Cygnus, la cantidad de radiación ultravioleta que llega a este planeta es tan grande que imposibilita la formación de moléculas de agua, dióxido de carbono o metano. El bombardeo de radiación y el calor extrema estarían provocando la evaporación de los elementos que componen su atmósfera, generando una cola de gas parecida a la de los cometas.
Hay otras características que hacen de este gigante gaseoso un mundo extremo. Su masa es 2,8 veces superior al del enorme Júpiter pero sólo tiene la mitad de su densidad como consecuencia de la radiación extrema que le llega de su estrella y que hace que su atmósfera se hinche como un globo, según comparan los autores de este trabajo.
El bombardeo de radiación y el calor extrema estarían provocando la evaporación de los elementos que componen su atmósfera, generando una cola de gas parecida a la de los cometas.



WASP-12b, un planeta negro como el asfalto

WASP-12b prácticamente no refleja luz, haciendo que aparezca esencialmente negro.
orbita la estrella parecida al Sol WASP-12A, a unos 1.400 años luz de distancia, y desde su descubrimiento en 2008 se ha convertido en uno de los exoplanetas mejor estudiados. Con un radio casi el doble de Júpiter y un año de poco más de un día de la Tierra, WASP-12b se clasifica como un Júpiter caliente. Debido a que está tan cerca de su estrella madre, el tirón gravitatorio de la estrella ha estirado WASP-12b en una forma de huevo y ha elevado la temperatura de la superficie de su lado que encara a la estrella a 2.600 grados centígrados.
La alta temperatura es también la explicación más probable para el bajo albedo de WASP-12b. Hay otros Júpiter calientes notablemente negros, pero son mucho más fríos que WASP-12b. Para esos planetas, se sugiere que las nubes y los metales alcalinos son la razón de la absorción de la luz, pero no funcionan para WASP-12b porque es increíblemente caliente.

El lado de luz diurna de WASP-12b es tan caliente que las nubes no pueden formarse y los metales alcalinos se ionizan. Es incluso lo suficientemente caliente como para romper las moléculas de hidrógeno en el hidrógeno atómico que hace que la atmósfera actúe más como la atmósfera de una estrella de baja masa que como una atmósfera planetaria. Esto conduce al albedo bajo del exoplaneta.




Un mundo exótico

Saffar, en ocasiones llamado Upsilon Andromedae Ab para distinguirlo de la estrella Upsilon Andromedae B, es un planeta extrasolar situado a unos 44 años luz de la Tierra, en la constelación de Andrómeda, aproximadamente a 10 grados de la galaxia de Andrómeda. El planeta requiere de casi cinco días para orbitar la estrella binaria compuesta por Titawin (una gemela solar) y Titawin B (una enana roja).
Descubierto en junio en 1996 por Geoffrey Marcy y R. Paul Butler, se convirtió en uno de los primeros jupíteres calientes hallados. Saffar es el planeta con órbita más próxima a su estrella en su sistema planetario. El planeta utiliza 4,6 días en completar su órbita alrededor de su estrella.
El telescopio espacial Spitzer analizó la temperatura del planeta y encontró que la diferencia entre ambos hemisferios de Saffar es de unos 1400 grados Celsius, con variaciones de entre –20 a 230 grados y 1400 a 1650 grados Celsius. La diferencia en cuanto a temperatura ha llevado a especular que Saffar tiene su marea acoplada, con el mismo hemisferio siempre de cara a Titawin.




Share:

Cómo se formará el próximo supercontinente en la Tierra

 


Hace casi 500 años, el cartógrafo flamenco Geradus Mercator produjo uno de los mapas más importantes del mundo.


Ciertamente no fue el primer intento de crear un atlas mundial, y tampoco fue particularmente preciso: Australia está ausente y las Américas están dibujadas de forma aproximada.


Desde entonces, los cartógrafos han producido versiones cada vez más precisas de esta configuración continental, corrigiendo los errores de Mercator, así como los sesgos entre hemisferios y latitudes creados por su proyección.

Pero el mapa de Mercator, junto con otros producidos por sus contemporáneos del siglo XVI, reveló una imagen verdaderamente global de las masas terrestres de nuestro planeta, una perspectiva que, desde entonces, ha persistido en la mente de la gente.


Lo que Mercator no sabía es que los continentes no siempre han estado posicionados de esta manera. Él vivió alrededor de 400 años antes de que se confirmara la teoría de la tectónica de placas.



Al mirar las posiciones de los siete continentes en un mapa, es fácil suponer que están fijos. Durante siglos, los seres humanos han librado guerras y hecho la paz por conquistar estos territorios, bajo el supuesto de que su tierra, y la de sus vecinos, siempre ha estado allí y siempre lo estará.


Sin embargo, desde la perspectiva de la Tierra, los continentes son hojas a la deriva en medio de un estanque. Y las preocupaciones humanas son una gota de lluvia en la superficie de la hoja.

Los siete continentes alguna vez estuvieron reunidos en una sola masa, un supercontinente llamado Pangea. Y antes de eso, hay evidencia de otros que se remontan a más de tres mil millones de años: Pannotia, Rodinia, Columbia/Nuna, Kenorland y Ur.


Los siete continentes alguna vez estuvieron reunidos en una sola masa, un supercontinente llamado Pangea.



Los geólogos saben que los supercontinentes se dispersan y ensamblan en ciclos: ahora estamos en la mitad de uno.

Entonces, ¿qué tipo de supercontinente podría existir en el futuro en la Tierra? ¿Cómo se reorganizarán las masas de tierra tal como las conocemos a muy largo plazo?


Un terremoto inusual


Resulta que hay al menos cuatro trayectorias diferentes que podrían seguir. Y muestran que los seres vivos de la Tierra algún día residirán en un planeta muy diferente, más parecido a un mundo alienígena.

Para el geólogo Joao Duarte de la Universidad de Lisboa, el camino para explorar los futuros supercontinentes de la Tierra comenzó con un evento inusual en el pasado: un terremoto que sacudió Portugal un sábado por la mañana en noviembre de 1755.


Fue uno de los terremotos más poderosos de los últimos 250 años, que dejó un saldo de 60.000 muertos y provocó un tsunami a través del océano Atlántico. Lo que lo hizo particularmente raro fue su ubicación.


"No debería haber grandes terremotos en el Atlántico", dice Duarte. "Fue extraño".


Ilustracion del terremoto de Lisboa de 1755.


Los terremotos de esta escala generalmente ocurren en o cerca de las principales zonas de subducción, donde las placas oceánicas se sumergen debajo de los continentes y se derriten y consumen en el manto caliente.

Involucran colisión y destrucción. El terremoto de 1755, sin embargo, ocurrió a lo largo de un límite "pasivo", donde la placa oceánica que subyace al Atlántico se transforma suavemente en los continentes de Europa y África.


Proyecciones

En 2016, Duarte y sus colegas propusieron una teoría de lo que podría estar pasando: los puntos de sutura entre estas placas podrían estar deshaciéndose y podría estar avecinándose una ruptura importante.


"Podría ser una especie de mecanismo infeccioso", explica. O como el vidrio que se astilla entre dos pequeños agujeros en el parabrisas de un automóvil.

Si es así, una zona de subducción podría estar a punto de extenderse desde el Mediterráneo a lo largo de África occidental y tal vez más allá de Irlanda y Reino Unido, generando volcanes, formación de montañas y terremotos en estas regiones.


Duarte se dio cuenta de que, si esto sucede, podría provocar el cierre del Atlántico. Y si el Pacífico continuara cerrándose también, lo que ya está ocurriendo a lo largo del "Anillo de Fuego" que lo rodea, eventualmente se formaría un nuevo supercontinente. Lo llamó Aurica, porque las antiguas masas de tierra de Australia y las Américas se ubicarían en su centro.


Se vería así:

Aurica, el supercontinente que podría formarse si el Atlántico y el Pacífico se cerraran


Luego de que Duarte publicara su propuesta para Aurica, se preguntó por otros escenarios futuros. Después de todo, la suya no era la única trayectoria supercontinental que habían propuesto los geólogos.

Entonces, comenzó a conversar con el oceanógrafo Matthias Green, de la Universidad de Bangor, en Gales. La pareja se dio cuenta de que necesitaban a alguien con habilidades computacionales para crear modelos digitales.


"Esa persona tenía que ser alguien un poco especial, a quien no le importara estudiar algo que nunca sucedería en escalas de tiempo humanas", explica.


Esa resultó ser su colega Hannah Davies, otra geóloga de la Universidad de Lisboa. "Mi trabajo consistía en convertir dibujos e ilustraciones de geólogos anteriores en algo cuantitativo, georreferenciado y en formato digitalizado", explica Davies. La idea era crear modelos que otros científicos pudieran desarrollar y perfeccionar.


Pero no fue sencillo. "Lo que nos ponía nerviosos es que se trata de un tema increíblemente nuevo. No es lo mismo que un artículo científico normal", dice Davies. "Queríamos decir: 'Está bien, entendemos mucho sobre la tectónica de placas después de 40 o 50 años. Y entendemos mucho sobre la dinámica del manto y todos los demás componentes del sistema. ¿Hasta dónde podemos llevar ese conocimiento al futuro?'".


Esto llevó a cuatro escenarios. Además de modelar una imagen más detallada de Aurica, exploraron otras tres posibilidades, cada una de las cuales se proyecta hacia el futuro en aproximadamente entre 200 y 250 millones de años a partir de ahora.

El primero fue lo que podría pasar si continúa el statu quo: el Atlántico permanece abierto y el Pacífico se cierra. En este escenario, el supercontinente que se forma se llamará Novopangea. "Es el más simple y el más plausible según lo que entendemos ahora", dice Davies.


Novopangea se formará si la actividad tectónica conocida hoy continúa sin sorpresas


Sin embargo, también podría haber eventos geológicos en el futuro que conduzcan a situaciones diferentes.


Un ejemplo es un proceso llamado "ortoversión" donde el océano Ártico se cierra y el Atlántico y el Pacífico permanecen abiertos. Esto cambia las orientaciones dominantes de la expansión tectónica, y los continentes se desplazan hacia el norte, todos dispuestos alrededor del Polo Norte, excepto la Antártida.


En este escenario, se forma un supercontinente llamado Amasia:


Si se forma Amasia, será porque los continentes se desplazaron hacia el norte


Finalmente, también es posible que la expansión del lecho marino en el Atlántico pueda disminuir. En el medio del océano, hay una cresta gigante que divide dos placas y atraviesa Islandia hasta el océano Antártico.


Aquí, se está formando nueva litosfera, que es como una cinta transportadora. Si esta expansión se ralentizara o se detuviera, y si se formara un nuevo límite de placa en subducción a lo largo de la costa este de las Américas, se obtendría un supercontinente llamado Pangea Ultima, que parece un enorme atolón:



Pangea Ultima se vería rodeado por un gran océano, pero tiene un mar central dentro


Estos cuatro modelos digitales ahora significan que los geólogos tienen una base para probar otras teorías. Por ejemplo, los escenarios podrían ayudar a los científicos a comprender los efectos de diferentes arreglos supercontinentales en las mareas, así como el clima del futuro profundo: ¿cómo sería el clima en un mundo con un océano enorme y una masa terrestre gigante?


Para modelar el clima de un supercontinente, "no se pueden usar los modelos del IPCC [Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático], y punto, porque no están diseñados para eso", dice Duarte. "No puedes cambiar las variables que necesitas cambiar".


Exoplanetas

Los modelos de los futuros supercontinentes de la Tierra también pueden servir como indicador para comprender el clima de los exoplanetas. "La futura Tierra es completamente ajena", explica Davies. "Si estuvieras en órbita sobre Aurica, o Novopangea, probablemente no lo reconocerías como la Tierra, sino como otro planeta con colores similares".


Esta idea llevó al trío a colaborar con Michael Way, físico del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA. Él y sus colegas buscan estudiar climas en mundos alienígenas modelando las variaciones del nuestro a lo largo del tiempo.


"Solo tenemos tantos ejemplos de cómo puede verse un clima templado. Bueno, tenemos un ejemplo para ser honesto: la Tierra, pero tenemos la Tierra a través del tiempo", dice Way. "Tenemos los escenarios del pasado, pero al movernos hacia el futuro y usar estos maravillosos modelos tectónicos para el futuro, esto nos brinda otro conjunto para agregar a nuestra colección".


Necesitas tales modelos porque puede ser difícil saber qué buscar al analizar exoplanetas potencialmente habitables desde lejos.


¿Qué tipo de configuración continental podrían tener los mundos extraterrestres rocosos?


Lo ideal sería saber si un planeta tiene un ciclo de supercontinente, porque la presencia de vida y la tectónica de placas activas podrían estar entrelazadas. El posicionamiento continental también podría afectar la probabilidad de agua líquida.


A través de los telescopios, no se pueden ver los continentes y la composición atmosférica solo se puede inferir. Entonces, los modelos de variaciones climáticas podrían revelar alguna señal indirecta que los astrónomos podrían detectar.


Variaciones


El modelo de Way de los climas del supercontinente -que se demoró meses usando una supercomputadora- reveló algunas variaciones sorprendentes entre los cuatro escenarios.


Amasia, por ejemplo, conduciría a un planeta mucho más frío que el resto. Con la tierra concentrada alrededor del Polo Norte y los océanos menos propensos a llevar corrientes cálidas a latitudes más frías, se acumularían capas de hielo.

Aurica, por el contrario, sería más suave, con un núcleo seco pero con costas similares a las de Brasil hoy día, con más agua líquida.


Un planeta con una configuración continental diferente, tendría otro clima.


Es útil saber todo esto, porque si un exoplaneta similar a la Tierra tiene placas tectónicas, no sabremos en qué etapa del ciclo del supercontinente se encuentra actualmente y, por lo tanto, necesitaremos saber qué buscar para inferir su habitabilidad.

No debemos suponer que las masas terrestres se dispersarán, a mitad de ciclo, como la nuestra.


En cuanto al futuro de nuestro propio planeta, Davies reconoce que los cuatro escenarios de supercontinentes que han modelado son especulativos, y puede haber sorpresas geológicas imprevistas que cambien el resultado.


"Si tuviera una Tardis para ir a ver, no me sorprendería que, en 250 millones de años, el supercontinente no se pareciera en nada a ninguno de estos escenarios. Hay tantos factores involucrados", dice.


Sin embargo, lo que se puede decir con certeza es que las masas de tierra que damos por sentadas algún día se reorganizarán en una configuración completamente nueva.

Los países que alguna vez estuvieron aislados unos de otros serán vecinos cercanos. Y si la Tierra aún alberga seres inteligentes, podrán viajar entre las antiguas ruinas de Nueva York, Pekín, Sídney y Londres sin ver un océano.


FUENTE: BBC News

Share:

El hombre que en 1938 “descubrió” el calentamiento global pero nadie quiso escuchar

El ingeniero británico canadiense Guy Stewart Callendar tomó la meteorología como un pasatiempo y fue el primero en descubrir que la temperatura del planeta había aumentado. Murió en 1966, sin recibir el reconocimiento por su profecía de la catástrofe que se viene.


El aumento de la temperatura global ya es de 1,1 grados respecto de la era preindustrial y podría incrementarse a entre 1,5°C y 2°C para 2030, Callendar pensó que esto podría ocurrir dentro de cientos de años





Faltaba un año para que se desatara la Segunda Guerra Mundial cuando Guy Stewart Callendar, un científico británico canadiense, notó mientras observaba a través de las estaciones meteorológicas del mundo que las temperaturas se habían incrementado a lo largo de los últimos años. Fue una señal tenue pero a la vez concreta. Estaba pasando.

Eso lo llevó a buscar en el archivo de las investigaciones sobre una posible causa, y todo lo que leyó apuntaba a las emisiones de dióxido de carbono, consecuencia directa de la Revolución Industrial. Pensó que si se duplicaban las concentraciones del CO2 el mundo podría girar y girar hacia un aumento de 2°C con el paso de los siglos. Lo llamó “efecto Callendar”, e incluso en ese momento creyó que un poco más de clima cálido podía ser beneficioso para el planeta.

No pasó ni siquiera un siglo. Ochenta y tres años más tarde, la humanidad y el resto de los seres vivos de la Tierra ya estamos amenazados por aquello que Callendar detectó solo. La última cumbre COP 26 en Glasgow, Escocia, días atrás, dejó la preocupación en nivel de alerta máxima. El cambio climático ya complica la vida en todas las regiones del planeta.

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC) presentó un informe en agosto pasado con predicciones catastróficas si no se logran disminuir las emisiones de CO2 y de gas metano ni se detiene la deforestación: el aumento de la temperatura global ya es de 1,1 grados respecto de la era preindustrial y podría incrementarse a entre 1,5°C y 2°C para 2030. El año que se termina, de hecho, dejó cientos de muertes por inundaciones, olas de calor, huracanes e incendios forestales. Estos eventos son cada vez más comunes y más intensos. Y según los científicos es consecuencia del cambio climático.

Callendar, nacido en Montreal, Canadá en 1898, lo vio, con las limitaciones técnicas de la época, en 1938, a sus 40 años. Ingeniero especialista en tecnología de vapor, tomó la meteorología como un pasatiempo y desde ahí empezó a escuchar y leer comentarios sobre otras personas que al mirar el historial meteorológico veía ciertos aumentos de temperatura. Entonces comparó los registros de 147 estaciones meteorológicas de todo el mundo y pudo constatar que las temperaturas efectivamente habían aumentado durante el siglo anterior, el XIX.

“Callendar fue el primero en descubrir que el planeta se había calentado. Recopiló mediciones de la temperatura mundial y sugirió que este calentamiento estaba relacionado con las emisiones de dióxido de carbono”, explicó el profesor Phil Jones, de la Universidad de East Anglia en Norwich, que estudió el legado del científico.


Guy Stewart Callendar, ingeniero especialista en tecnología de vapor, tomó la meteorología como un pasatiempo y fue el primer en descubrir que la temperatura del planeta había aumentado


El científico concluyó que durante los últimos cien años la concentración del gas había aumentado aproximadamente el 10%. Callendar entendió que el aumento podría explicar el calentamiento detectado. Él había leído a sus colegas del siglo anterior, que se dieron cuenta de que los gases de la atmósfera provocan un “efecto invernadero” que afecta la temperatura del planeta. Ellos estaban interesados principalmente en la posibilidad de que un nivel más bajo de gas de dióxido de carbono pudiera explicar las edades de hielo del pasado distante.

Entre ellos estaba el sueco Svante Arrhenius, quien calculó que las emisiones de la industria humana podrían traer algún día un calentamiento global, pero muchos de sus colegas descartaron su idea, la consideraron errónea. En 1896 completó un trabajoso cálculo numérico que sugirió que reducir a la mitad la cantidad de CO2 en la atmósfera podría bajar la temperatura en Europa unos 4 ó 5°C, es decir, a un nivel de la Edad de Hielo.

Pero esta idea solo podría responder al enigma de las edades de hielo si realmente fueran posibles cambios tan grandes en la composición atmosférica. Para esa pregunta, Arrhenius contactó a un colega, Arvid Högbom, quien había compilado estimaciones sobre cómo el dióxido de carbono circula a través de procesos geoquímicos naturales, incluida la emisión de los volcanes o la absorción por los océanos.

En el camino se le ocurrió una idea extraña, casi increíble para la época: calcular las cantidades de CO2 emitidas por las fábricas y otras fuentes industriales. Así, descubrió que las actividades humanas estaban agregando dióxido de carbono a la atmósfera a una velocidad aproximadamente comparable a los procesos geoquímicos naturales que emitían o absorbían el gas. Otro científico lo resumiría una década más tarde: la humanidad estaba “evaporando” las minas de carbón en el aire. El CO2 liberado por la quema de carbón en 1896 elevaría el nivel apenas en una milésima parte, pero eso podría ser un incremento significativo si continuaban el tiempo suficiente. Exactamente lo que ocurre.

Pero en su momento, Arrhenius no lo vio eso un problema. Calculó que si la industria continuaba quemando combustible al ritmo de 1896, se necesitarían quizás 3.000 años para que el nivel de CO2 subiera de modo que aumente la temperatura del planeta 4 grados. Högbom, de hecho, dudaba que alguna vez se elevara tanto.


Los huracanes y las mareas altas son otras de las consecuencias del aumento de la temperatura global



Arrhenius planteó la posibilidad de un calentamiento futuro en un artículo científico muy divulgado en su época y en un libro publicado en 1908, cuando la tasa de quema de carbón ya era significativamente más alta que en 1896. El científico sugirió que el calentamiento global podría ser notorio en “unos pocos siglos” en lugar de milenios. Sin embargo lo mencionó solo de pasada durante una discusión sobre de lo que realmente interesaba a los científicos de su tiempo: la causa de las edades de hielo. Arrhenius no había descubierto del todo el calentamiento global, sino solo un curioso concepto teórico.

Pero en 1938, apareció Callendar, con su argumento de que el nivel de dióxido de carbono estaba subiendo y elevando la temperatura global. A él tampoco le prestó demasiada atención la mayoría de los científicos de la época, que encontraron sus argumentos inverosímiles, a pesar de los antecedentes de Arrhenius.

Para el futuro, Callendar estimó, sobre bases vistas desde ahora endebles, que una duplicación del CO2 podría traería gradualmente un aumento de 2°C en un futuro lejano. Aunque entendió que las emisiones industriales ya eran mucho mayores que en la época de Arrhenius, Callendar nunca imaginó la escalada exponencial que haría posible la duplicación a finales del siglo XXI.

“La gente se mostró escéptica sobre algunos de los resultados de Callendar, en parte porque la acumulación de CO2 en la atmósfera no era muy conocida y porque sus estimaciones del calentamiento causado por el CO2 eran bastante simplistas para los estándares modernos”, comentó Ed Hawkins, del Centro Nacional de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Reading, autor en 2013 junto a Phil Jones de un artículo que revisita el legado de Callendar.




Para el científico canadiense con el paso de los siglos el aumento podría desencadenar un cambio hacia un clima más cálido y autosuficiente. Eso no le pareció una mala perspectiva, pero tampoco lo vio tan claro porque también él estaba interesado en la era de las glaciaciones.

A pesar de que no fue tomado muy en cuenta, los libros de texto de climatología de las décadas de 1940 y 1950 incluían breves referencias a sus estudios. La mayoría de los meteorólogos dio poca entidad a la idea de Callendar. Desconfiaban de que el CO2 hubiera aumentado en la atmósfera.

“Fue solo en la década de 1950, cuando los instrumentos mejorados mostraron con mayor precisión cómo el agua y el CO2 absorbían la radiación infrarroja, que llegamos a una mejor comprensión de la importancia de las emisiones de carbono. Los científicos de la época tampoco podían creer realmente que los humanos pudieran afectar un sistema tan grande como el clima, un problema que la ciencia climática todavía encuentra en algunas personas hoy en día, a pesar de la evidencia convincente de lo contrario”, agregó Hawkins.

“Las estimaciones de Callendar para la cantidad de calentamiento observado han resistido la prueba del tiempo y concuerdan notablemente bien con los análisis más modernos del mismo período. Lo que hace que el trabajo de Callendar sea más notable es que era un aficionado que hacía todos los tediosos cálculos él mismo en su tiempo libre, a mano, sin el uso de computadoras”, se sorprende Jones.


En años en los que ya parece no haber más tiempo para dilatar una decisión seria sobre el calentamiento global, la figura de Callendar reapareció entre los expertos que se juntaron en la COP26 de Glasgow. Si el debate sobre la influencia del hombre en el clima global es hoy uno de los temas que pone en jaque la supervivencia de la especie humana, es en parte responsabilidad del ingeniero canadiense, que alertó sobre la cuestión mucho antes y casi sin saber lo que decía.

“Las alarmas son ensordecedoras y la evidencia es irrefutable: las emisiones de gases de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles y la deforestación están asfixiando nuestro planeta y poniendo a miles de millones de personas en riesgo inmediato. El calentamiento global está afectando a todas las regiones de la Tierra, y muchos de los cambios se vuelven irreversibles”, remarcó en agosto pasado el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Callendar murió en Londres a los 66 años, antes de que, tristemente, el planeta, herido de gravedad, le diera la razón.


FUENTE:Infobae
Share:

El agua, el líquido más extraño del universo

Si los cubitos de hielo se hundieran en lugar de flotar, no nos causaría un gran trastorno; solo habría que remover la bebida de vez en cuando para que la parte superior se enfriara. Salvo por el hecho de que no habría bebida que remover ni nadie para hacerlo, porque no existiría la vida en la Tierra. O, al menos, los humanos no estaríamos aquí.

La flotación del hielo es una de las rarezas del agua, una sustancia tan familiar que nos parece corriente, pero que no tiene nada de ordinario. Tan diferentes son sus propiedades de lo que cabría esperar de su composición química, que comprender cómo su estructura microscópica causa un comportamiento tan singular es algo que “se ha discutido intensamente durante más de 100 años y todavía no se ha resuelto”, como escribían en una reciente revisión los físicos Lars Pettersson y Anders Nilsson, de la Universidad de Estocolmo (Suecia), y Richard Henchman, de la Universidad de Manchester (Reino Unido).





SU CRUCIAL PAPEL BIOQUÍMICO

Todo estudiante sabe que las sustancias se contraen al enfriarse y se dilatan al calentarse, lo que permitió la invención del termómetro. También el agua caliente reduce su volumen al enfriarse. Pero por debajo de los 4 °C, ocurre algo extraordinario: comienza de nuevo a dilatarse, como sabe todo el que ha congelado una botella demasiado llena. El resultado es que el hielo es menos denso que el agua líquida y por ello flota, un fenómeno que ya interesó a Galileo Galilei, cuando en 1612 razonaba que “el hielo debería ser más bien agua rarificada que condensada”.

Pero ¿qué ocurriría de no ser así? En los océanos, lagos y ríos, la capa flotante de hielo que se forma en invierno impide que escape el calor, manteniendo en estado líquido el agua que yace debajo. Si el hielo cayera al fondo, continuaría formándose más cantidad hasta que todo se convirtiera en una gran masa sólida; el calor de la superficie solo lograría fundir una delgada capa superior, lo que habría imposibilitado la evolución de la vida compleja como hoy la conocemos. Además del papel bioquímico crucial del agua, la biología, la geología y la dinámica de los océanos fueron fundamentales para hacer de la Tierra un planeta habitable


En los océanos, lagos y ríos, la capa flotante de hielo impide que escape el calor, manteniendo en estado líquido el agua que yace debajo. Crédito: Jay Mantri


En los océanos, lagos y ríos, la capa flotante de hielo impide que escape el calor, manteniendo en estado líquido el agua que yace debajo. Crédito: Jay Mantri
No es ni mucho menos la única propiedad inusual del agua. Por su fórmula química, como óxido de hidrógeno (H2O), debería seguir la pauta que marcan el sulfuro de hidrógeno (H2S), seleniuro de hidrógeno (H2Se) o telururo de hidrógeno (H2Te), compuestos similares con los elementos que siguen al oxígeno en su grupo de la tabla periódica. Si así fuera, el agua debería hervir por debajo de -80 °C y congelarse hacia -100 °C. Por suerte para la vida terrestre, sabemos que no es así; de hecho, su congelación a 0 °C y su ebullición a 100 °C —a nuestra presión atmosférica normal— no solo le confieren una amplia franja de temperaturas en estado líquido, sino que la convierten en la única sustancia que en las condiciones habitables de la Tierra puede encontrarse en forma sólida, líquida y gaseosa.

UN RARO FENÓMENO FÍSICO-QUÍMICO

De lo anterior puede intuirse que las propiedades aberrantes del agua son, como confirma a OpenMind el químico Martin Chaplin, profesor emérito de la London South Bank University, “totalmente responsables” de la existencia de la vida en la Tierra. De hecho, añade Nilsson, curiosamente “parece que el agua se vuelve anómala a las temperaturas a las que normalmente existe la vida”. Pero ¿a qué clase de raro fenómeno físico-químico debemos agradecer nuestra existencia? Según Chaplin, “hay varias explicaciones, pero ninguna de ellas ha demostrado ser concluyente o plenamente inclusiva”. En su origen están las peculiares características del oxígeno, uno de los elementos más electronegativos de la tabla periódica. Al combinarse con el hidrógeno atrae los electrones hacia sí con tal fuerza que la molécula de agua, aunque eléctricamente neutra en su conjunto, forma dos polos, negativo y positivo.


El agua puede actuar como lubricante y como adhesivo entre superficies. Fuente: Pixabay


Este carácter dipolar del agua es clave, ya que le permite formar enlaces llamados de puente de hidrógeno. En comparación con otros compuestos en apariencia similares, “la formación de puentes de hidrógeno en el agua es mucho más fuerte y más extensiva”, dice Chaplin. Estos enlaces confieren al agua un comportamiento pegajoso que es responsable de su enorme tensión superficial —la mayor en un líquido exceptuando el mercurio— y de que pueda actuar al mismo tiempo como lubricante y adhesivo entre superficies.


INTENSOS DEBATES CIENTÍFICOS

Son las estructuras microscópicas derivadas de estos enlaces, las cuales a su vez determinan las propiedades anómalas, las que aún mantienen a los científicos inmersos en intensos debates. El hielo tiene una estructura estable tetraédrica, con una molécula de agua en el centro unida por puentes de hidrógeno a otras cuatro en los vértices. Este ordenamiento regular espacioso es el causante de la baja densidad del agua congelada. Solía pensarse que al pasar al estado líquido, esta estructura simplemente se volvía más dinámica, rompiéndose y formándose puentes de hidrógeno a razón de un billón de veces por segundo, dando como resultado una masa más compacta.

Pero en 2004 Nilsson, Pettersson y sus colaboradores descubrieron que en el agua líquida las moléculas tienden a abandonar la estructura tetraédrica y a formar solo dos puentes de hidrógeno. “Propusimos que la estructura dominante está muy distorsionada”, dice Nilsson. “Desde entonces también hemos postulado que existen dos dominios estructurales fluctuantes, líquido de alta y de baja densidad”. El modelo plantea que el agua líquida no forma una estructura homogénea, sino que es una mezcla de dos diferentes, una tetraédrica ligera y otra densa y desordenada que predomina a temperatura ambiente. Esta surge cuando el hielo se descongela, aumentando su densidad, pero por encima de 4 °C el aumento de la forma densa induce una repulsión entre las moléculas que resulta en la dilatación térmica.



Agua líquida y hielo. Crédito: P99am


Así, según el modelo de Nilsson y Pettersson, estas dos estructuras diferentes y rápidamente cambiantes conviven en el mismo líquido en las condiciones ambientales terrestres. A temperaturas o presiones extremas, el agua adopta solo una de las dos configuraciones y se comporta como un líquido cualquiera, sin esas rarezas que hacen de ella el líquido más extraño del universo y a las cuales debemos nuestra existencia.


FUENTE: BBVA Openmind
Share:

Most Popular

Etiquetas

Wikipedia

Resultados de la búsqueda

Desde otros puntos de la WEB...