Napoleón Bonaparte, el terror de Europa, a dos siglos de su muerte


Llegó a controlar por un lapso de 15 años gran parte del continente europeo a base de dominio y fuego. Sin embargo, sufrió duros reveses que lo terminaron exiliando a la isla de Santa Elena, donde murió el 5 de mayo de 1821.



La historia universal está compuesta de personajes famosos que dejaron huella ya sea en pos de la humanidad o en su intento por controlarla, y en ese listado aparecen nombres como Alejandro Magno, Adolf Hitler, Genghis Khan o el propio Napoleón Bonaparte, de quien el próximo 5 de este mes se cumplirán 200 años de su muerte, y que sembró el terror al conquistar casi toda Europa con sus tropas.

No es casualidad que Napoleón haya sido una gran estratega en batalla y que haya conquistado tantas naciones en un lapso de 15 años, de hecho, si hubiera vencido en Rusia, tal vez la historia estaría escrita de otra manera.


De joven, Napoleón Bonaparte abrazó a la milicia.


El brillante militar nació en agosto de 1769 en la ciudad francesa de Ajaccio, y desde pequeño abrazó con interés su pasión por la milicia, es por eso, que a los 10 años estudió en la escuela militar francesa de Brienne-le-Chateau, y cinco años más tarde, hizo lo propio en la École Royale Militaire de la ciudad de París, donde no sólo combinó su aprendizaje por la artillería sino que fue un destacado alumno en el campo de la geografía y matemáticas, claves en el futuro para idear estrategias en las batallas.

A los 17 años fue nombrado subteniente y sirvió en las guarniciones de Valence y Auxonne hasta el momento que se produjo la Revolución francesa de 1789. Tras pasar unos años entre peleas revolucionarias y problemas de conducta propios de su personalidad cada vez más marcada, en 1793 siendo comandante de artillería tuvo su primer incidencia en el frente combate en la fortaleza de Tolón. Napoleón (enlistado en la Convención Nacional) ideó una estrategia compuesta en el criterioso manejo de baterías artilleras que fueran superiores a la defensa presentadas en el fuerte de Tolón, retenidas por la armada angloespañola, que no pudo soportar el asedio. La victoria quedó en manos "galas", por lo que Napoléon fue nombrado general de brigada.



La figura de Napoleón se agigantó con los años.




De 1794 a 1796, Bonaparte fue ganando espacio en la escena francesa, liderando pequeños ejércitos para la defensa de París del acoso de insurgentes, y éstos no sólo le trajo más victorias sino que vino acompañado del matrimonio con Josefina de Beauharnais.

Inmediatamente, los servicios del eficaz militar fueron requeridos para invadir Italia y sus logros no tardaron en llegar ya que se impuso en batallas libradas en Arcole, Lodi y Rivoli, sitios donde derrotó a las generales austríacos Jozsef Alvinczy, Johann von Beaulieu y Dagobert Simung von Wurmser.


Napoleón Bonaparte se casó con Josefina.


 
Estos triunfos sembraron el temor entre las tropas austríacos, ya que un ignoto militar estaba derrotando a un vasto ejército europeo, de hecho, estas victorias hicieron que en Francia y entre sus tropas, Napoléon sea llamado "Le petit caporal" (El pequeño cabo) y naciera una nueva esperanza gala.

Estas derrotas obligaron a Austria a firmar un pacto de paz denominado Tratado de Campoformio, en el cual Francia se anexaba el norte italiano, parte de Países Bajos y del río Rin.



Enemigo en la mira

Con un enemigo importante fuera de combate, tanto Francia como el propio Napoleón pusieron sus ojos sobre un eterno rival histórico: Gran Bretaña. Para dar un golpe a los ingleses, el militar planeó invadir Egipto para cortar la ruta que unía el Mediterráneo con la India, gran comercializador de productos para occidente.

En su camino, conquistó Malta en 1798 y en la batalla de las Pirámides venció a los ingleses en una insólita situación tras estar en una proporción de 4 hombres a 1, sin embargo, a pesar de la histórica victoria otra fue la suerte de la armada francesa, que cayó vencida a manos del almirante inglés Horatio Nelson, y frustró el plan de Napoleón de quitarle la ruta de comercio a Gran Bretaña.


En Egipto logró importantes victorias pero no logró su objetivo.


Tras su vuelta a Francia con una imagen positiva, Napoleón lideró un golpe de estado el 9 de noviembre de 1799 (más conocido como 18 de Brumario) junto a Emmanuel y Luciano Sieyés, y disolvió la Asamblea Legislativa del Consejo de los Quinientos para instaurar el Consulado, que era un gobierno compartido por tres titulares y sancionada en 1800 por la nueva Constitución napoleónica, es decir, que Bonaparte se transformó en el primer cónsul de la historia de sus país.

En su gobierno, Napoléon centralizó la administración de los distritos de sus país, así como la educación superior, un nuevo código tributario, un banco central, nuevas leyes, Código Penal, nuevo sistema de cloacas y carreteras, Código de Comercio y Código de Instrucción Criminal.



El emperador de Francia

A pesar de lograr triunfos en Italia nuevamente ante los austríacos y de contar con enemigos dentro de su propio país, la figura de Napoleón siguió creciendo a pasos agigantados y para volverse aún más poderoso, el Senado francés le ofreció la corona imperial, que fue aceptada por Napoleón y por eso, en diciembre de 1804 fue coronado como emperador de Francia en Notre Dame y con la presencia del Papa Pío VII.


En 1804 fue coronado como emperador francés.


Con el nuevo rol de emperador y un enorme ejército compuesto por miles de hombres, Bonaparte comenzó una guerra contra Gran Bretaña y la llamada Tercera Coalición, compuesta por Rusia, Suecia, Austria y Nápoles formando un gran ejército por mar y tierra que intentó bloquear a los franceses, quienes consiguieron en España un aliado para afrontar las batallas en el mar.



Derrota en la batalla de Trafalgar

Sin embargo, la armada napoleónica sufrió una dura derrota en la batalla de Trafalgar donde la figura del almirante inglés Horatio Nelson (perdió la vida en la misma) se hizo grande en la historia británica, al pulverizar a los barcos españoles y franceses.


En la batalla de Trafalgar, Napoleón sufrió una dura derrota.



Dolido por aquella derrota, Napoleón en persona comandó la Grande Armée (el Gran Ejército) y comenzó a cosechar victorias en demasía, venciendo a los austríacos en la batalla de Ulm, a los rusos en Austerlitz, al prusiano (formó la Cuarta Coalición con Rusia) en Jena y Auerstadt y nuevamente a los rusos en 1806 en Friedland.


El "Gran Ejército" vapuleó a los austríacos.



Ese mismo año impuso un bloqueo sobre las mercaderías británicas para arruinar su comercio, y como Portugal (aliado británico) se negó a cooperar, Napoleón buscó ayuda en una debilitada España para poder invadir a los lusos. Se firmó el Tratado de Fontainebleau, que permitía a Napoléon ingresar a España con su ejército, derrotar a Portugal y así cortar las rutas comerciales británicas.


Bonaparte siempre tuvo un enemigo eterno: Gran Bretaña.



En parte pudo lograr su cometido, pero al volver a España hubo un conflicto entre las tropas francesas y españolas, lo cual hizo disolver ese pacto y Napoleón puso como rey de España a su hermano José. A pesar de sufrir una derrota en Bailén (José de San Martín estuvo en el frente de batalla para los realistas) a mano de los españoles, Napoléon se repuso, venció a los locales y a los británicos que se habían sumado a las filas españolas frente a Francia.


Napoleón Bonaparte ingresó a España para invadir Portugal.


 
A mediados de 1809, Napoleón comenzó su campaña por Europa Central, en la cual venció a los austriacos en la batalla de Wagram (Austria) y más tarde se fue adjudicando más territorios europeos como lo hoy llamado Bosnia-Herzegovina, Serbia y Montenegro, Eslovenia, Croacia, Alemania y Países Bajos. En ese período constituyó una nueva alianza con Austria, ya que Napoleón se casó con María Luisa de Habsburgo-Lorena, hija del monarca austríaco Francisco I, unión que potenció más las ambiciones del general francés.



Bonaparte obtuvo grandes victorias en Europa.


Cuando todo hacía prever que Europa quedaría en el puño de Bonaparte tuvo lugar uno de sus grandes errores: intentar invadir Rusia. En 1811, el zar ruso Alejandro I rompió una alianza que tenía con Francia y Napoleón decidió invadir aquella nación. Así pues, los franceses avanzaron por territorio ruso y vencieron en las batallas de Borodino y Smolensk para entrar en Moscú, sin embargo, Napoleón se llevó una desagradable sorpresa ya que la ciudad estaba incendiada en su totalidad, casi sin habitantes ni víveres por lo que no pudo avanzar más y tuvo que regresar.


Misión imposible, invadir Rusia.



Tras las batallas libradas y la frustrada vuelta en pleno invierno, el ejército francés volvió con 18 mil hombres a Polonia (había partido con 650 mil) donde Napoleón se quedó por un tiempo para reabastecerse de tropas.

Su incursión a Rusia le hizo perder miles de hombres.



Ya en 1813 varias naciones estaban dispuestas a erradicar a Bonaparte y sus tropas de la faz de Europa, es por eso que Rusia, Reino Unido, Alemania, España, Portugal, Prusia, Austria y Suecia crearon una coalición para derrotar a Francia de forma definitiva.


Waterloo, su última derrota en el campo de batalla.



En Leipzig (Alemania) Napoleón tuvo una dura derrota perdiendo a más de 100 mil soldados, lo cual lo hizo retroceder y exiliarse en la isla italiana de Elba por un breve tiempo. Convencido de que todavía tenía fuerza para controlar Europa, armó un ejército y en la localidad belga de Waterloo recibió su última derrota ante la Coalición y se entregó a los ingleses que lo deportaron al islote africano de Santa Elena donde murió el 5 de mayo de 1821 a los 51 años.


Napoleón murió a los 51 años.


Sus últimas palabras fueron "France, L'armée, Josephine" (" Francia", "el ejército", "Josefina"). En 1840, sus cenizas regresaron a París donde fueron depositadas bajo la cúpula de la Iglesia del Hotel des Invalides.


Sus restos descansan en París.


FUENTE: Crónica
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