Como funciona el mundo

 

 Aunque no lo dirigimos y marcha por sí solo, nosotros formamos parte de esa marcha.

 

 

 Una forma de mirar la naturaleza es agrupando todos los hechos científicos aprendidos hasta el momento y concluir que nos encontramos aquí por obra del accidente generado por una infinitaserie de hechos fortuitos, que estamos atrapados como insectos en un mundo excéntrico, sin sentido y sin más responsabilidades que con nosotros mismos.



Yo creo algo diferente. Estoy convencido de que no hemos llegado al fin del conocimiento, sino al borde de él. En tiempos geológicos somos el engranaje más joven de todos los componentes activos de la Tierra, que todavía estamos desarrollando nuestros nuevos cerebros y pulgares, y aún aprendiendo el lenguaje, en la niñez de nuestra especie.

Incluso la Tierra misma, mirada en tiempos geológicos, está sufriendo, sin lugar a duda, el proceso del desarrollo, como un inmenso embrión. Es, a pesar de su prodigioso tamaño y la gran variedad de sus formas biológicas, un organismo en el que cada tejido depende de los otros tejidos. O, si se quiere decir en términos más convencionales pero menos interesantes, es todo un sistema. Sabemos mucho acerca de la evolución de las especies individuales, pero no ha surgido todavía ningún Darwin para tomar cuenta del crecimiento metódico y diferenciación de ese espectacular sistema, la masa terrestre.





Nuestra parte en el sistema es insondable porque sólo después de unos pocos siglos de ciencia, no hemos aprendido suficiente... o tal vez no hemos dado en el clavo. Sin embargo, para nuestro propio asombro nuestra presencia en el orbe es importante. Lo que hagamos con nuestra vida y con la de otros organismos es lo que marca la diferencia.

Esto no significa que estamos al mando; no en el sentido que todos damos por sentado. Tenemos responsalibidades, aunque no sepamos con certeza cuáles sean, pero no gobernamos el lugar. Marcha por su propia cuenta y nosotros somos parte de esa marcha.

En este siglo, por primera vez en nuestra historia, empezamos a comprender que tal vez estuvimos chocando contra un muro de piedra. Para sorpresa nuestra, estamos advirtiendo que hay otras formas de vida también importantes, y que no podemos arreglárnoslas sin ellas. Somos miembros de un enorme comité, sujetos a perder votos en cualquier momento e incluso vulnerables a la posibilidad de no ser reelgegidos para otro mandato. Somos especiales y únicos, pero también lo son los otros pedacitos de tejido que forman el gran organismo embrionario. La Tierra nos mantiene unidos a través de sus tejidos.




El sistema funciona por medio de la "intervivencia" -intercambio, truque entre las partes, colaboración-, en otras palabras, mediante la simbiosis. Las criaturas se acomodan entre sí, se hacen a un lado para dejar espacio, respetan normas. La simbiosis es el mecanismo fundamental que hace viable al sistema. Sin ella, no podría funcionar.

Los representantes más espectaculares de la simbiosis son las mitocondrias en todas nuestras células, descendientes directas de antiguas bacterias que regulan el Sol y lo utilizan para ayudarnos a nosotros. Pero toda forma viviente participa, de una manera u otra, en la alimentación de otras formas. Hay cierta responsabilidad mutua para poder funcionar y mantener unidas a todas las partes, sobreviviendo a un  cataclismo tras otro, y surgiendo cada vez con una apariencia más espléndida que antes.



Me parece casi obvio que la utilidad es un impulso universal en la materia viviente; es la existencia de esta benéfica característica lo que permite tener un ecosistema cerrado como el que existe en este planeta. Y, de la misma manera, parece evidente -no con base en la ciencia, sino en una vida de mirar por los alrededores en compañía humana- que casi toda la gente tiene un deseo insaciable e impulsado biológicamente de ser útil. Somos, después de todo, una especie social, queriendo decir con ello que no podemos vivir absolutamente solos, aislados de nuestros semejantes, y continuar siendo humanos. Tenemos genes para la existencia mutua y para la Intervivencia.

No somos todavía tan diestros en la expresión de utilidad como lo son otras  criaturas. Pero está allí, cimentado en nuestra especia como la más dura prueba de aptitud para la sobrevivencia. Este impulso a ser útil es más importante que la agresión, más profundo a la larga que comer, beber o propagar nuestros propios genes.

Gratificar este empuje con éxito es una camino seguro hacia la felicidad, y fracasar es una desdicha indiscutible. No somos únicos para ser hechos de esta forma; así es como funciona el mundo.



FUENTE: Dr. Lewis Thomas, Selecciones del Reader´s Digest, enero 1982


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